www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de noviembre de 2003

 
  Parte 2/2
 
Trova con distortion
Campaña antidrogas en Cuba… una patente de corso para la represión. El líder del grupo Porno para Ricardo está preso en Kilo 5. Su delito: ser rockero.
por ANDREI CéSPEDES, La Habana
 

El latiguillo de Nueve cuentos —tema que no sólo es una apertura, sino verdadera carta de presentación— dice: "Sospecho que toda la gente conspira para hacerme feliz". El texto se compone de tres cuartetas. La tercera es un ataque frontal al paternalismo totalitario: "Hay un hombre sentado en un trono/ Que se perpetúa como un verdugo/ Y quiere hacerme siempre en el futuro/ Feliz, feliz, feliz". La segunda es una burla reflexiva sobre la condición del intelectual. Habla de amigos que leen a Salinger y adoran a Tarkovski, hacen fiestas y siempre están de vacaciones.

Cartel
Póster de Porno para Ricardo.

Esta presentación es suficiente para darse cuenta: lo de la banda no es casualidad, ni es la idea trasnochada de mimetizar un género del rock. Nada de hacer el juego con una catarsis exportable. Algunos dijeron que esta banda echaba a perder los logros del movimiento de rock cubano. Menuda autodefensa que esgrime la autocensura.

Trova con distortion devela un sentido estructural de la Nueva Trova, lejos de su fúnebre solemnidad: "letras enrevesadas con musiquita latinoamericana". Sobre la actualización de la misma, concluye: "Jimmy Page, Kurt Cobain, Angelic Upstarts, dicen a coro/ Trova con distortion no puede ser, no puede ser, no suena bien". Por su parte, Marlen y Tatiana es una asimilación, sin ñoñerías ni acartonamiento, de una otredad problemática para el imaginario social: la bisexualidad. El último tema es una tierna broma con las gordas, además de hablar de la necesidad liberadora de la pornografía.

Ese fue el estreno, en el 2000, de los Porno…en el mundo discográfico underground cubano. Ahora bien, lo fundamental de esta banda no fue su debut en soporte digital. Estos punkies caribeños se ganaron su nombre en las presentaciones en vivo. En estos días, cualquier concierto de rock, por muy precarias que sean las condiciones materiales, resulta un performance. La parte de teatralidad y representación que constituye el performance es algo tan infiltrado en toda la cultura contemporánea, que los límites esenciales del género se pierden y diluyen en cualquier gesto, y no precisamente artístico. Performance hay cada sábado por la mañana en Cuba (léase tribuna abierta, y abierta sólo porque es al aire libre). Performance hay también cada día, a las seis y media de la tarde, por Cubavisión, el Canal Educativo, Radio Rebelde, Radio Habana Cuba y los sitios gubernamentales en Internet, que cada vez son más.

En el caso de los Porno… hay que hablar, si no de un rescate, al menos de una aplicación o asimilación de las normas clásicas del performance. Sus presentaciones en vivo no sólo son el despliegue habitual de un rockero en escena. El líder del grupo, Gorki Águila, comienza lo performático en su vida cotidiana, su manera de vestir, los textos que escribe en sus camisas para el concierto (también puede aparecer travestido, disfrazado de pionera) y en las viejas guitarras rusas ("esta guitarra es rusa y tiene que morir") que compra para destruirlas en escena. El parlamento precedente a ese gesto, en una ocasión, fue dirigirse al bajista: "Oscar, ¿vamos a jugar a la pelota?". Por cierto, el romper las guitarras es una actualización y banalización de aquella acción fundacional de Hendrix y The Guess Who en Woodstock.

Y uno de los últimos gestos de Gorki Águila Carrasco antes de ser acusado por tráfico de drogas (sobre la base del testimonio de una mujer que dice haberle comprado una pastilla) y ser encerrado en una de las tristemente célebres prisiones cubanas (Kilo 5), fue lanzarle al público todo el dinero de la recaudación obtenida por la venta de las grabaciones del grupo entre los asistentes al festival de Pinar del Río. En Cuba todos son culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Los cubanos son un delito ambulante.

La Operación Coraza no sólo sirvió para desarticular (o pretenderlo) el tráfico de drogas. Ha servido como cobertura para desarticular la iniciativa individual. Y no sólo en el plano más pedestre de lo económico. La coherencia y conciencia discursivas de un grupo punk como los Porno… es una iniciativa individual que defiende y ejercita la libertad de expresión. Ese sí es delito. Y peor que el de ser jinetera, almacenero que se autorroba o vendedor de dólares.

Gorki sólo lleva unos meses en prisión y ya padece de amebiasis y defeca con sangre. Lo de Gorki, que trabajaba en el Taller de Serigrafía de La Habana, no es nada fortuito ni casual. Traspasó los límites de la permisibilidad, que no libertad. Gorki está compartiendo ese pedazo de la Cuba oscura y profunda con un hombre que dijo e hizo lo que pensaba: Oscar Elías Biscet. Ambos recibieron el encargo subliminal de una sociedad y se atrevieron, cada uno a su manera. Y por eso están allí.

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