www.cubaencuentro.com Martes, 27 de enero de 2004

 
Parte 1/2
 
Danza contaminada
En 'Blanche', Marianela Boán parte de la famosa obra de Tennessee Williams para crear un ballet-monólogo en el que aborda temas actuales.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami
 

El pasado mes de noviembre, el Miami Light Project tenía programada una función del grupo DanzAbierta, con el espectáculo Chorus Perpetuus. Dificultades con los trámites burocráticos impidieron, en el último momento, que aquella representación pudiera realizarse. Unos cuantos nos quedamos así con el mal sabor de boca de no haber podido apreciar el trabajo de una compañía que, según la crítica nacional, marca el derrotero de la danza contemporánea de la Isla.

Cartel Blanche

Para resarcirnos de ello, esa misma organización, con el apoyo del Intercultural Dance and Music Institute, de Florida Internacional University, logró que Marianela Boán, fundadora y directora artística de ese grupo, pudiera presentar hace pocos días su unipersonal Blanche en la sede del Teatro Avante.

Si al título se agregara Dubois, muchos deducirán de inmediato que el montaje que se pudo ver aquí tiene que ver con la protagonista de Un tranvía llamado deseo, la famosa obra teatral de Tennessee Williams. Como la propia Marianela Boán ha comentado, se trata de un personaje que, como creadora, durante varios años la obsesionó. Hizo una aproximación al texto de Williams cuando dirigió una coreografía inspirada en él mismo, que montó con un músico y cuatro bailarines de Danza Contemporánea de Cuba, en el marco de la celebración de los cuarenta años del colectivo.

A Blanche Dubois, en cambio, sólo se acercó cuando pudo hallar lo que para ella resultaba esencial para transformar al personaje en un espectáculo: un nexo que le permitiera hacerlo suyo y expresar a través de él su propia realidad. ¿Y qué podía haber de común entre aquella mujer que provenía de una familia aristocrática del sur de Estados Unidos, arruinada por la guerra civil, y una joven cubana que creció y se formó bajo la revolución? Pues, precisamente, que tanto una como otra pertenecen a sociedades que se sustentaban en una utopía ya desaparecida.

A partir de esa clave que le permitió poner en marcha el proceso creativo, Marianela Boán concibió un montaje unipersonal en el cual Blanche Dubois se independiza de la obra de Tennessee Williams e incorpora rasgos tanto de la intérprete como de otras mujeres contemporáneas de ésta.

De esta conjunción de elementos, de este unir lo ajeno con lo propio, resulta una Blanche que es cubana sin dejar de ser también la de Williams. Eso le da al montaje varias posibilidades de lectura, de acuerdo a lo que cada uno sea capaz de descodificar. Por ejemplo, alguien que haya nacido en la Isla o que esté familiarizado con su desarrollo histórico en las últimas décadas, podrá leer, entre otros temas, una reflexión sobre los cambios que los hechos políticos y sociales introdujeron en las mujeres de un país que se escindió entre los que se fueron y los que se quedaron.

Otros espectadores, en cambio, se fijarán más en el doloroso y difícil conflicto de un personaje que se resiste a aceptar la realidad y que prefiere aferrarse al recuerdo de las pasadas glorias, simbolizadas en la perdida casa en el campo, que no por azar tiene el significativo nombre de Belle Rêve (bello sueño).

De lo antes apuntado, quiero ocuparme con un poco más de detalles de un par de cuestiones. Me referí a la combinación de diferentes elementos presente en Blanche, algo que se relaciona directamente con la concepción que Marianela Boán tiene de su trabajo. Ella misma ha definido su estética como danza contaminada, y el nombre que escogió para su compañía sintetiza muy bien el espíritu abierto con el cual la asume.

Me parece oportuno citar en este sentido un fragmento del trabajo que Boán redactó en 1998, cuando DanzAbierta arribó a sus diez años de andadura. Allí expresa su apuesta por "el movimiento como núcleo flexible que se proyecta y pide otros medios expresivos; el gesto y la postura cotidianos, la voz, la máscara, el espacio emotivo, la acción natural, la acción teatral, el bailarín que canta, que toca un instrumento, que pinta, y siempre el movimiento preguntándose cómo ser cada vez nuevo en el mismo cuerpo".

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