www.cubaencuentro.com Martes, 27 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
El cantor de la posguerra
Cien años cumpliría Antonio Machín, el cantante cubano que alegró la vida de los españoles durante la dictadura de Franco.
por TONY ÉVORA, Valencia
 

Una voz inconfundible del bolero celebró el 17 de enero pasado el centenario de su nacimiento en Sagua la Grande, Cuba. Asociado a la historia de la canción romántica durante la posguerra española, Antonio Machín logró prolongar su éxito durante varias décadas, como si nunca pasara de moda. Casi desconocido para sus compatriotas de la segunda mitad del siglo XX, se convirtió en el primer gran embajador de la música cubana en España.

Antonio Machín

Fue uno de 16 hermanos y hermanas, de madre negra y padre gallego, proveniente de Orense. Y empezó como muchos otros artistas autodidactas, cantando serenatas y fiestas en su pueblo. En 1926 estaba en La Habana trabajando como peón de albañil, acechando la oportunidad para demostrar su valía.

Hizo dúo con Miguel Zaballa, un viejo trovador; aquello sonaba bien, se le oyó en la radio y pronto fue reclutado por el brillante Don Aspiazu, y tuvo suerte, porque participó en una orquesta de blancos en el Casino Nacional, el mejor cabaret habanero de aquella época; allí fue donde hizo sonar por primera vez sus inseparables maracas e impuso su versión de El manisero, el conocido son-pregón de Moisés Simons, creado en 1928. Entonces tenía que cantar a pleno pulmón, pues todavía no existían los micrófonos ni los amplificadores.

Durante una gira en 1929 grabó sus primeros discos en Nueva York: Amor sincero, El berlingonero, Aquellos ojos verdes, Fuego en La Maya, Avellana y maní, Tata cuñengue, A chapear nos manda el mayoral, Un beso quisiera, No sangres corazón, A orillas del Yumurí, Cantar quise a tus ojos, Me voy a Baracoa, El camisón de Pepa, Caserita y muchos otros sones y boleros que lo señalaron como uno de los mejores vocalistas y compositores criollos.

Desligado de la orquesta de Aspiazu, en 1934 personificó El maniseroen Nueva York; más tarde formó un trío, luego un cuarteto y hasta un sexteto después. Es un Machín joven y atrevido, y por supuesto, dándole al canuto, el que encontramos hablando hasta por los codos en una grabación de 1934 del son Vacilando: "¡Dame la mota Daniel, dame la mota, chico, para ponerme chivoncito!" (la mota es el pitillo y chivoncito significaba entonces ponerse sabrosón).

Ya había grabado más de 50 números para la RCA Víctor antes de viajar a Europa en 1938: un mes en Londres, cantando Lamento esclavo y Mamá Inés, de Eliseo Grenet; luego París, donde triunfó y formó su propia orquesta, con la que recorrió Suecia, Dinamarca, Noruega, Alemania, Italia, Holanda y Rumanía. Un año después, la II Guerra Mundial absorbía al viejo continente. Machín decidió no esperar a que los alemanes entraran en París y se fue a España, una nación que acababa de salir de su guerra civil; un país depauperado y donde se pasaba realmente hambre. Fueron años muy duros para el mulato, pero no cejó.

En España no lo conocían, de manera que aceptó el primer trabajo que le ofrecieron en Barcelona, en una sala llamada Shangai, una especie de academia de baile, en donde, mientras Machín cantaba, las chicas de alterne del local bailaban con los clientes a cambio de unos billetes que éstos adquirían previamente en taquilla. Le pagaban 25 pesetas diarias, cantidad infinitamente inferior a lo que percibía en París.

Pronto captó que lo que hacía falta eran boleros románticos para ir conquistando el cariño de los españoles. De esa primera época son Coral, Qué pasó, Un ángel fue, Rosa peregrina, Olvídame, Amor sincero, De ti me enamoré, Isabel, Plegaria, Noche azul, de Lecuona, y otras canciones.

Se unió a una compañía que hacía gira por Andalucía, pero al llegar a Madrid todo resultó un fiasco. Desesperado, caminando de un lado a otro en busca de trabajo, encontró la sala de fiestas Conga, pero lo rechazaron por desconocido. Se le ocurrió entonces una noche mezclarse con el público, subir al escenario como si fuera un espontáneo y ponerse a cantar algunos boleros. El respetable lo aplaudió calurosamente y consiguió el empleo por cinco duros al día.

1. Inicio
2. Pagaba ocho pesetas...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
'Parsifal goes La Habana'
ENRIQUE COLLAZO, Madrid
Matancera y universal
NECTALí CANO OLIVEROS, Medellín
La diáspora difusa
DENNYS MATOS, Madrid
Danza contaminada
CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami
Pan caliente para todo el mundo
DENNYS MATOS, Madrid
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir