www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
 
 
GO FISH!!!
Los Marlins de la Florida, campeones de la Liga Nacional de Béisbol al derrotar en el último partido a los Cachorros de Chicago.
por ALBERTO ÁGUILA, Miami
 

Contra todos los pronósticos, los sorprendentes Marlins de la Florida se adueñaron del banderín del circuito Nacional de béisbol de las Grandes Ligas, al derrotar anoche, nueve carreras por seis, a los Cachorros de Chicago.

Marlins
Marlins de la Florida; campeones de la Liga Nacional.

Todo parecía listo para que el equipo de la ciudad de los vientos, que no alcanzaba el cetro de la Liga desde 1948, se alzara esta vez con el triunfo. En la serie de siete partidos a ganar cuatro, llegaron a estar delante tres victorias a una, pero los Peces se impusieron en los tres últimos juegos, dejando atónita a la inmensa mayoría de la comunidad beisbolera mundial.

Para lograrlo, debieron imponerse en el histórico Wrigley Field a los dos mejores lanzadores de los Cachorros, Mark Prior y Kerry Wood, quienes no habían perdido de forma consecutiva durante toda la temporada.

Ahora, a partir del próximo sábado, los Marlins deberán enfrentarse en la Serie Mundial al vencedor esta noche del partido entre los Medias Rojas de Boston y los Yankees de Nueva York. Será la segunda vez que los Peces asisten al gran clásico de octubre en los diez años de historia del equipo. En su recorrido, han ganado todas las series de postemporada en las que han tomado parte; una estadística que sin duda insufla optimismo en los fanáticos del sur de la Florida.

Todavía está fresca la gran victoria de 1997, en la que también partían como "conjunto débil", y terminaron imponiéndose a los entonces poderosos Indios de Cleveland, con el cubano Liván Hernández como héroe indiscutido de aquellas memorables jornadas. Su frase, "I love you Miami", no sólo estremeció los cimientos de la capital del exilio, sino también los parques y avenidas de la Isla.

En esta temporada de 2003, sin embargo, los discípulos de Jack McKeon —el director más viejo en llegar a la Serie Mundial en la historia de las Grandes Ligas—, parecían condenados a las últimas posiciones. Ninguno de los especialistas que durante la pretemporada realizan sus vaticinios, calcularon el primer día de abril que, en octubre, los jóvenes Marlins pudieran estar aún en la pelea.

Era lógico. A inicios de temporada, la única gran adquisición había sido la del estelar receptor boricua Iván Rodríguez, candidato hoy a llevarse el título de Jugador Más Valioso de la serie final de la Liga Nacional.

Jugadores decisivos en el triunfo, como los jovencísimos candidatos al título de Novato del Año, Dontrelle Willis y Miguel Cabrera; el veterano Jeff Conine y el lanzador venezolano Ugueth Urbina; además del propio director McKeon, se fueron subiendo a la nave floridana a lo largo de la temporada.

Con este conjunto explosivo y bien equilibrado, los Marlins derrotaron tres juegos a uno en la semifinal de la Liga a uno de los equipos favoritos, los Gigantes de San Francisco, liderados por Barry Bonds; y ahora acaban de despachar a los Cachorros de Chicago, la novena del jonronero dominicano Sammy Sosa.

Pero no sólo han sido los tardíamente incorporados los responsables del triunfo. Desde el primer día en el ProPlayerStadium, el antesalista cubano puertorriqueño Mike Lowell, el lanzador Josh Beckett o los primeros en la tanda de bateo, Juan Pierre y Luis Castillo, sentaron la pauta que ahora, tras más de 160 partidos, ha cristalizado.

Poco a poco, la metamorfosis del equipo fue ganándose el respaldo de la fanaticada del sur de la Florida —integrada en gran medida por cubanos y cubanoamericanos—, que al final terminaron por abarrotar el estadio, con capacidad superior a las 65 mil personas.

Ahora, mientras se espera por el campeón de la Liga Americana, se respira optimismo en Miami. Con cualquiera de los dos posibles adversarios —Boston o Yankees—, aunque más con estos últimos, la gran final promete ser de infarto.

Probablemente, los Marlins y los Yankees son las franquicias de Grandes Ligas más amadas en Cuba. De enfrentarse, el corazón de los fanáticos estará divido. Es una verdadera pena que los partidos deban ser oídos a escondidas. Aunque una cosa es segura, estas históricas finales, llenas de mito y poesía, contribuirán más que cualquier academia a que los jóvenes peloteros cubanos sigan esforzándose para, algún día, poder demostrar su valía entre los mejores del mundo.

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