Durante más de diez años, el sur de la Florida resultó ser un trampolín para los más osados peloteros cubanos que deseaban insertarse en el béisbol rentado. Pero a juzgar por los últimos acontecimientos, República Dominicana es ahora el lugar más propicio.
Recientemente, la Dirección General de Migración de Dominicana informó que había liberado a seis jugadores cubanos llegados a ese país: Ayalen Ortiz, Donell Linares, Yasser Borges, Juan Miguel Miranda, Omar LLapur y Smaily Borges, todos muy jóvenes y que jugaron poco con los equipos Industriales y Metropolitanos.
Según se informó desde Dominicana, los recién llegados ya tienen un representante, el canadiense John D. Mano —manager de Kendry Morales, a quien consiguió un contrato millonario por varios años—, y están realizando los trámites para conseguir la residencia permanente.
En el año 2003, recaló en Quisqueya el zurdo habanero Raúl Valdés, que rápidamente se estableció en la pelota dominicana. Poco después entró el villaclareño Zaydel Beltrán, un lanzador de perspectiva. Vladimir Núñez ya fijó residencia en el citado lugar y Kendry Morales, después de una breve estancia en Estados Unidos, también ha ido a parar a Dominicana.
En la pasada década, más de 60 peloteros cubanos entraron por diferentes vías a Estados Unidos, principalmente a la ciudad de Miami. René Arocha abandonó la selección nacional en 1991, abriendo así el camino para aquellos jugadores ávidos de escalar en el mejor béisbol del orbe, urgidos por obtener jugosos contratos económicos.
Sin embrago, ni la Ciudad del Sol ni ninguna otra en suelo norteño han sido lugares ideales para intentar abrirse paso en la pelota profesional. De acuerdo con las reglas establecidas, los deportistas extranjeros tienen que residir en un tercer país para lograr el beneficioso estatus de agentes libres, con el que pueden obtener mejores ganancias.
De permanecer en Estados Unidos, tendrían que pasar por el mismo proceso de los peloteros amateurs norteamericanos, que van primero a un sorteo y después al equipo que les corresponda, con convenios salariales mucho menores. Ese es uno de los motivos, quizás el fundamental, aunque otros muy poderosos influyen en la nueva ruta. También se cuenta el disponer del mismo idioma, así como la similitud con el clima y las costumbres de Cuba.
En los predios de Sammy Sosa y Pedro Martínez, los peloteros cubanos pueden ser observados con rapidez por numerosos scouts y entrenadores, y cuentan con academias excelentes, pertenecientes a las organizaciones de Grandes Ligas, que viabilizan su entrada al béisbol mayor. |
