www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 2/4
 
México DF: En defensa de Raúl Rivero
Acusado de vivir en la verdad. Culpable de no tener miedo. Condenado a 7305 noches de cárcel si no somos capaces de impedirlo… para bien de todos.
por ELISEO ALBERTO
 

Para que no se me acuse de apasionado, siéndolo, concedo a la Fiscalía cierto valor de uso sobre el término de "ilegalidad" cuando lo aplica para devaluar las dos instituciones que Raúl Rivero fundara junto a un puñado de colaboradores voluntarios, entre ellos su amigo y co-acusado Ricardo González: la agencia de noticias Cuba Press (desde 1995) y la Sociedad de Periodistas Independientes Manuel Márquez Sterling (desde 2000). La legislación cubana en esta materia no deja mucho margen de maniobra. Aun
Manifestación
No a la represión: Manifestantes frente a la embajada cubana en Praga muestran un retrato de Raúl Rivero.
así me sorprende, por los mismo motivos, que las hayan tolerado tantos años si hubiera sido mucho más fácil desmantelarlas o multarlas o prohibirlas desde su nacimiento, sin verse en la necesidad de un juicio sumarísimo en el momento que las autoridades de la Isla habían aprendido (suponíamos) que "los independientes" eran sin duda molestos pero no un obstáculo insalvable para una Revolución popular, legendaria y poderosa. Los datos oficiales dicen que la aprueba el 98% de la población con derecho a voto. De nada vale desconfiar de esas estadísticas. El Gobierno debiera estar tranquilo, digo. El problema, el error, lo oportunista, es afirmar que ambas instituciones (ilegales, reitero, pero no secretas ni con ideales conspirativos pues eran conocidas, públicas y, además, infiltradas hasta el tuétano por agentes de la Seguridad del Estado) se crearon con el propósito de "difundir falsas noticias para satisfacer los intereses de sus patrocinadores del gobierno norteamericano" o suministrar "informaciones que requería el gobierno norteamericano", dos variantes poco creativas de una misma imputación. Y afirmarlo apenas unas pocas horas antes de entreabrir las puertas del tribunal.

La Fiscalía, por otra parte, se vio tan implacable como imprecisa cuando dijo: "El acusado Rivero Castañeda a partir del año dos mil comienza a suministrar informaciones semanales para la página web Encuentro en la Red, perteneciente a la Sociedad Interamericana de Prensa, cobrando por cada artículo, recibiendo también ingresos por otras publicaciones, persiguiendo todos sus escritos un manifiesto propósito desestabilizador del Estado cubano (...) También, con similares fines, realiza publicaciones subversivas para la revista Encuentro y para el sitio web Encuentro en la Red que les pagan por cada colaboración suya, informando siempre sobre temas que requiere Estados Unidos para mantener su política hostil dirigida a derrocar la Revolución cubana".Yo pido, exijo, que me citen una sola línea de esos artículos, un solo verso de Raúl, una sola oración, una sola metáfora, un lamento, una queja, un reclamo, una crítica que no evidencie un profundo, casi enfermizo, amor por su país. Encontrarán, por supuesto, frases tristes, octosílabos desgarradores, párrafos angustiados, incluso pesimistas sobre el presente y futuro de Cuba, pero la tristeza, el desgarramiento, la angustia e incluso el pesimismo no son delitos. ¿O me equivoco? No dudo que me equivoque, pues mis amigos dicen que soy terriblemente melancólico.

No. No me equivoco. Si la desilusión fuera un crimen, media Isla debería ser declarada penitenciaría. Medio mundo. Media constelación de Andrómeda. Lo del pago por las colaboraciones o los derechos de autor es una práctica habitual, profesional, obligatoria y justa de que cual viven, por demás, escritores, músicos, pintores, ensayistas y hasta políticos de la Isla. Si se las hubieran publicado en su tierra, las habría cobrado en el Banco Popular de Ahorro de Centro Habana. Sin embargo, la afirmación de que los temas eran "requeridos" desde Estados Unidos resulta más filosa, aunque no me cabe duda que, al menos en la obra periodística y literaria de Raúl Rivero, es sencilla y llanamente una calumnia. ¿Acaso la Agencia Central de Inteligencia le "requirió" que escribiera sobre El Chino de la Charada ("con sus grabados y sus números, tiene siempre un signo de emoción y esperanza") o las Jineteras de la Quinta Avenida de Miramar ("pura fantasía con sus lentes de Armani") o aquella crónica sobre su entrañable amistad con Nicolás Guillén, a quien quiso como a un padre y quien lo malcrió como a un hijo ("Bajó a Ignacio Agramonte de su caballo y a José Martí de sus pedestales con unos artículos lúcidos y hondos"), por no mencionar su retrato de Heberto Padilla, "un caso" sobre el cual hasta la propia dirección de la cultura cubana reconoce que se cometieron errores. ¡Ah!, Gordo, qué ingenuos somos cuando soñamos en voz alta; en ese texto tratas de tranquilizarnos al asegurar que "no habrá posibilidades de repetirlo (el caso Padilla) ni siquiera como comedia. Las posiciones gubernamentales pueden ser inmutables pero el mundo no. La vida tampoco". Heberto estuvo detenido tres o cuatro semanas en Villa Marista, tú pasaras 7305 noches en el infierno si hoy no somos capaces de impedirlo por bien de todos, e incluyo a los revolucionarios que en la Isla y en silencio se duelen de tu suerte. Sigo.

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