www.cubaencuentro.com Lunes, 28 de marzo de 2005

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Culebrón por entregas
De campaña en campaña: El régimen intenta apaciguar el descontento de la población vendiendo ollas 'vacías' y bajando la tasa de cambio del peso frente al dólar.
por IVáN GARCíA
 

El gobernante Fidel Casto es impredecible. Los amigos pueden aplaudirlo y los enemigos odiarlo, pero si algo es seguro es que Castro siempre tiene un as bajo la manga. Vive y hace vivir a su pueblo de campaña en campaña. Fue el plátano microjet en los años noventa, la erradicación del dengue en 2000 y ahora se aparece con la repartición en la legendaria libreta de racionamiento de ollas de presión y arroceras.

Canasta básica
Productos de la canasta básica en 1993: ¿el tiempo sigue detenido?

El pasado 8 de marzo, el comandante único dio el paso de arrancada y ahora vive al ritmo de las ollas y de las rebajas en las tasas de cambio de la divisa frente al peso. Es todo un culebrón que promete ser por entregas. En dos maratónicos discursos, Castro dio la noticia de que todos los núcleos familiares contarán con las famosas ollas de presión y para hacer arroz.

También prometió repartir chocolate y café. La lista de beneficios para la población prometió extenderla. Además de "revalorizar" el peso, expresó que se elevarían los salarios de algunos sectores. Ya se especula en las calles que aumentarán en 150 pesos los sueldos en el sector de la salud y en 100 para quienes laboran en educación. Por estos días se corren numerosos rumores. Algunos aseguran que se comprarán autobuses para mejorar el pésimo transporte público y otros comentan que se repararán calles, salideros y edificios de viviendas.

Por supuesto que nada es oficial y no pocos cubanos de a pie se muestran incrédulos. "Tengo que verlo para creerlo", dice Tomás Rojas, de 43 años, trabajador de la construcción. Después de 46 años de muchas promesas y demasiada escasez material, nadie toma el asunto muy en serio. En broma, el cubano común le puso el mote de "Ollas de la Alegría" a la venta de estos artículos en la bodega. Ya en las provincias de Villa Clara y Cienfuegos se venden por 150 pesos (alrededor de 6 dólares) ollas arroceras. Y Castro prometió extender su venta a otras provincias a partir de abril.

Hay personas, como la obrera Sara Pérez, de 53 años, que están contentas con la posibilidad de comprar sus ollas y ven con buenos ojos que las cosas cambien para bien de ese segmento de la población que no recibe dólares.

Luis Álvarez, de 62 años, militar retirado, está que se sale. "Creo que vamos a terminar con la desigualdad que existe en nuestra sociedad con aquellos que reciben moneda dura, viven mejor y no aportan nada. Ahora sí vamos a construir el socialismo", señala contento el ex militar.

En cambio, para Noel García, de 20 años y estudiante de Derecho, "es casi una burla que un mandatario de un país se ocupe de cosas tan fútiles como distribuir ollas y dar recetas para hacer espaguetis". Para García, hay asuntos más importantes que mejorar en el país, incluidas las libertades políticas.

Según el economista Alejandro Ruiz, de 34 años, "este fenómeno de cierta aprobación por un sector de la población no es más que el síndrome de Estocolmo". "Figúrate, cuando en un país en que no hay nada al alcance de la mayoría se oferta algo, la gente se pone contenta", indica Ruiz.

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