www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
Parte 4/5
 
Carta a Richard Sorge
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Otros complementos del sagaz confidente son las estacas secretas, que contienen información, dinero o entradas para el cine. Si la estaca, en vez de estar clavada en la tierra, se halla en el pecho de un vampiro, ya es otra cosa y se ruega no tocarla. Las hojas cifradas contienen mensajes secretos que sólo puede leer la persona que conoce la clave, como los bodegueros, los empleados del punto de leche y las panaderías, y en este campo sí hay notables aportes de mi país. El manual habla, por último, de los micrófonos de pluma, imprescindibles para grabar conversaciones, pero esos chismes no son comparables con una buena oreja. Para terminar, en este catauro se expone, de manera absoluta, que existen cinco tipos de espías: el espía nativo, el espía interno, el doble agente, el espía liquidable y el espía flotante, que no es precisamente el de la cámara de tractor.

No voy a cometer la insensata pesadez de ir describiendo, trompeta por trompeta, las características de cada tipo de soplón. Sería pedante de mi parte, sobre todo para un país como el mío, donde el chivato se da como el romerillo, y hay mucha cultura en eso de "en silencio ha tenido que ser". Solamente me gustaría aclarar que el espía nativo no siempre es el que no compra en la shopping, ni el interno es quien está guardado o vive en Guisa. Por otra parte, el liquidable no es, con exactitud, ese chivato que nos hace pensar en baja frecuencia: "¡Ojalá lo parta un rayo!", sino quien transmite falsos datos a los espías enemigos, como, por ejemplo, los periodistas que siempre está hablando de lo bien que están las cosas.

Mi tierra ha hecho mucho por esta profesión en los últimos… este… ¿44 años?… ¡ño, cómo pasa el tiempo! Está el caso del infiltrado. Para construir un infiltrado se pueden usar muchos modelos, pero está demostrado que los más efectivos son la gorda medio infeliz y el viejito cagalitroso, pues casi no levantan sospechas. En realidad no levantan nada, o al menos sólo infundios y calumnias, pero conmueven mucho cuando se les llama a capítulo. El método más factible, o uno de ellos, es, cuando se le arrima uno de ellos, en cualquier cola —no olvide que usted es su objetivo, por eso se le arriman— y dicen con una vocecita entre valiente y hastiada: "Pero, qué balbaridá…". Con ese anuncio de aguacero están pidiendo pista, avisando un desacuerdo que le abre las puertas a confidencias diversas, como que —en el caso del viejito cagalitroso— durante el gobierno de Carlos Prío los camellos iban con menos gente. Hay que tener cuidado cuando a uno le sueltan, casi en el tronco de la oreja, eso de "qué balbaridá", porque suele preceder infidencias mayores como: "¡esto e' lo último", que reclama nuestra atención, y en ese caso resulta muy fácil pasar a: "ya no saben qué inventar", refiriéndose, por supuesto, al gobierno, y no a los científicos de alguna universidad de California.

Otro de los geniales inventos con firma absolutamente cubana en el terreno espionatorio, es ese documento llamado Libreta de ablandecimiento, conocida entre el vulgo simplemente como La Libreta (hubo una variante de control de productos industriales, bautizada como María La O, pero sucumbió ante el empuje victorioso de la bolsa negra). Este artefacto es más efectivo que un satélite. Posee sistemas de control mensuales, quincenales, semanales y diarios. En el mensual está, fundamentalmente, la canasta familiar, donde se incluyen desde los 130 granos de frijoles, hasta los cigarrillos y el ron. Si una persona no fumadora, con el riñón calcificado, de cierta edad matusalénica, no deja de comprar esos productos, juéguesela al canelo que los adquiere para su reventa, así que ahí tiene a un palpable enemigo. Por otra parte está la infalible hoja del control del pan. Cuando el agente que está tras el mostrador —que posee copia del registro de consumidores— nota alarmado que hace cuatro días que usted no ha pasado a recoger la bosta de boniato blando conocida científicamente como "el pan" o "lleva tu pan", es un indicio seguro de que el peligroso sujeto ha sido atropellado por una rastra en la carretera de Managua, o anda cogiendo sol en la corriente del golfo. No falla.

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