www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
Parte 5/5
 
Carta a Richard Sorge
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Pero el más brillante aporte que ha patrocinado mi islita al tema del corneta, es, en la rama del infiltrado —donde se mezcla el espía doble con el liquidable, el flotante y el interno— es en el caso orgánico y novedoso del "espía que expía". Suele ser un individuo —aunque nos pese, la ONU lo considera aún así— con bastantes indecisiones, personalidad desajustada, complejos de culpa, ansia de protagonismo, piedras en los riñones, familiares en el extranjero, colesterol variable y cierta propensión natural a convertirse en "mercenario al servicio del imperio", de cualquier imperio donde imperien menos dificultades. Entonces las autoridades, que le tienen fichada hasta aquella borrachera juvenil de la noche de su graduación, lo llaman a lo cortico y le convencen de lo bien que le irá a su carácter desahogarse con ellos, haciéndole la vida un yogurt a cierta persona no deseable, con absoluta impunidad. Y hasta le ofrecen la posibilidad de criticar los noticieros oficiales y hacer chistes, enterarse de un montón de cosas y, tal vez un día, no muy lejano, pudiera ser utilísimo en otro país, enfrentándose al cruel capitalismo, en vivo, directo y a todo color, y el esperanzado albur de convertirse en un "héroe prisionero del imperio", de cualquier imperio, como le sucedió a usted.

Este nuevo módulo nacional viene a enriquecer nuestra aburrida existencia. Ya se reconoce internacionalmente lo que en Cuba se denomina: el " infiltrado de la familia", cuyo radio de acción varía, dependiendo de los intereses de los empleadores o la dimensión de patria que le den a pastar al sujeto. Puede ser una manzana —que para ello se gastaron 200 mil papeles con los malos— o la habitación del hermano mayor. Si el espía es bajito, se le puede infiltrar en un círculo infantil; si es imbécil de a viaje, en cualquier congreso o asamblea. Este trompetista manuable cabe donde haga falta. Con su anónimo quehacer se puede escribir una novela de éxito que se titule El espía que te dejará frío. Soporta apagones y cambios climáticos, come de lo que encuentra, y logra encogerse o alargarse a gusto. Puede no echársele agua durante semanas, que con su provisión de envidia y mala uva, florece solo. Hay que reconocer que esta especie tiene sus contraindicaciones y efectos colaterales: de tanto infiltrarse, llega un momento de extremo esplendor, en que se infiltra en él mismo, se vigila y se informa a sí mismo y de sí mismo, por puro vicio. En estas variantes están a prueba, en según el radio de acción y malevolencia de su lengua, "el espía chambelona", "el espía pirulí", y el más común y peligroso, "el espía chupa-chup". Todos se infiltran constantemente, y llega un momento en que ni saben si están infiltrados o les han infiltrado a otro.

Por cierto, en su caso, aunque lo echó p'alante un celoso miembro de su equipo, el Grupo Ramsey, lo trabaron definitivamente con la decisiva ayuda de una mujer, hija de japonesa e inglés, muy patriota y desnuda, que le infiltraron en su cama la última noche. La historia no cuenta si la damisela se viró en la oscuridad y le dijo: "Pipo, pero qué balbaridá".

Con mucho asco y nada micromosfilm
Ramón

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