www.cubaencuentro.com Jueves, 08 de julio de 2004

 
  Parte 1/2
 
La combinación perfecta
Una solución conjunta: El exterminio de los cubanos de la Isla, a ver si por fin se elimina el problema de raíz.
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

Tanto dar vueltas alrededor del problema cubano para que al final los enemigos irreconciliables Bush Junior y Fidel Castro lleguen a la misma conclusión: la culpa del llamado problema cubano la tienen los propios cubanos. Si la Isla no estuviera habitada por esa incómoda especie, ¿quién se iba a quejar por la falta de libertad, de comida, de transporte o de materiales para construir balsas? Porque lo que son los turistas, nunca he oído quejarse a ninguno de nada de eso.

Malecón habanero
Marcha del Pueblo Combatiente: léase, cola de la tienda al Malecón.

Decía que es estimulante ver cómo ahora ambos líderes, el norteamericano y el cubano, pese a sus diferencias ideológicas (el primero se atraganta de hamburguesas y bretzels, mientras el segundo prefiere las langostas), han llegado a proponer una solución conjunta: el exterminio de los cubanos de la Isla. A ver si por fin se elimina el problema de raíz.

La solución, pese a su radicalidad, no acudirá a métodos instantáneos (un manojo de bombas atómicas), sino a uno más bien lento aunque no por ello menos seguro. La fórmula consiste en matar a los cubanos de hambre y para ello cada uno de los implicados aportará lo suyo en una nueva versión de la división internacional del trabajo.

Bush Vejigo recortará las remesas familiares y los viajes a Cuba, mientras que Hipólito —El Terror de la Salsa (y de los refrigeradores)— se encargará de cerrar tiendas en la Isla, sacar productos de circulación y aumentar el precio a los que queden a la venta. Al parecer, preven que con esas medidas finalmente Cuba termine convertida en el paraíso terrenal que tanto se ha reclamado, habitada sólo por turistas tomando el sol, bañándose en sus cálidas playas y montando los famosos "camellos" sólo por el placer de la aventura.

Pero por supuesto que ni Bush el Imberbe ni el Decano Mundial de los Gobernantes han dicho a las claras que de lo que se trata es de extinguir a los cubanos. En estos tiempos de elevada conciencia ecológica, donde la desaparición de una especie menos simpática que la del cubano, como la cucaracha por ejemplo, se vería como una catástrofe para la humanidad, no es cosa de andar diciendo que se trata de exterminar a los nativos de la Isla. Mientras el primero ha dicho que lo que pretende es acelerar la transición a la democracia en la Isla, el segundo afirma que se trata de darle una respuesta contundente al imperialismo.

En este sentido se han alzado innumerables voces cuestionando tales declaraciones. Para algunos no hay una relación científicamente demostrable entre la reducción de las remesas y la democratización de la Isla. Mucho más directo sería extinguir las langostas, que —como se sabe— son el eslabón principal en la cadena alimenticia que culmina en el gobernante cubano.

Otros opinan que tampoco hay una relación evidente entre subirle el precio a los productos en las tiendas cubanas y ripostarle al imperialismo. ¿Acaso Bush Infante pensaba ir a hacer sus compras a Yumurí?

Además, argumentan, ¿cómo puede el simple anuncio de las medidas por parte del presidente norteamericano hacer desaparecer los zapatos y la ropa interior de las tiendas cubanas? Pero es que aquí se evidencian una vez más los efectos nocivos de la globalización sobre la que tanto nos ha alertado el Comandante. Hablando del susodicho: en un reciente documental al preguntársele si se consideraba un dictador respondió que sólo es un líder espiritual. Así que los tibetanos anden con cuidado porque el comandante se piensa que es el Dalai Lama.

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