De cara a una nueva convocatoria para elecciones municipales y autonómicas, el electorado español se apresta a ejercer su derecho al sufragio, un tanto agobiado por la propaganda huera, carente de argumentación de los principales partidos políticos.

José Luis Rodríguez Zapatero. El líder del PSOE en campaña.

Resulta innegable que el Partido Popular (PP), a lo largo de los 6 años y medio que lleva en el poder, ha logrado adecentar la administración pública, después de que los gobiernos del Partido Socialista (PSOE) la dejaran en situación de déficit tras un manejo errático de la política económica y de sucesivos escándalos de corrupción que dañaron el prestigio de este partido. Manteniendo como objetivo primordial de su política el déficit público cero (o al menos un guarismo cercano a éste), además de una estrategia de privatizaciones monitoreada por el Estado —en algunos casos de manera excesiva—, el Partido Popular ha conseguido dinamizar el crecimiento económico, el cual, a pesar de las crisis y las guerras, se ha mantenido en alza desde 1996.

El desempleo, o como vulgarmente se le conoce aquí, el paro —un mal endémico de la economía peninsular—, ha descendido sostenidamente desde finales del siglo pasado y, a pesar de que la avalancha migratoria ha sido otro de los problemas que el Gobierno ha afrontado, muchas veces de una forma improvisada e incoherente, no por ello creció el paro. Por el contrario, la proporción de cotizantes extranjeros a la seguridad social ha aumentado de manera creciente, señal inequívoca de que la mayoría de los extranjeros documentados se encuentran empleados.

En los últimos tiempos uno de los sectores que mayor expansión ha tenido es el de la construcción de infraestructuras y la red residencial, acicateado este último por los desmesurados precios del suelo habitable y del metro cuadrado de vivienda. Concurre también el hecho de que el Gobierno generó un clima propicio para la inversión del pequeño y mediano empresario, simplificando los trámites para la constitución de sus firmas y reduciendo en gran medida la tasa impositiva a los mismos, medida que devino factor dinamizador del pujante crecimiento del último lustro.

Otro de las logros de la administración popular es el de la lucha antiterrorista. Gracias a la colaboración de la policía gala y a una estrategia dirigida a cortar las bases de sustentación económica, política y de representatividad social de la organización terrorista y de su entramado político, el PP puede exhibir resultados muy positivos en la contención y desarticulación de ETA.

Basándose fundamentalmente en estos logros, el partido gobernante lleva adelante su campaña electoral, acallando sus más recientes episodios de desconexión con la opinión pública en temas tales como la regulación del mercado laboral (el llamado "Decretazo", que originó la huelga general del 20 junio de 2002), la más reciente normativa en materia educativa, conocida comúnmente por sus siglas L.O.G.S.E., el desastre ecológico del Prestige en las costas de Galicia y la alineación con Estados Unidos y el Reino Unido en el tema de la guerra en Irak. Todo ello presidido por un talante soberbio e intransigente con respecto a las críticas provenientes del ciudadano común y del resto de las formaciones políticas.

Pues bien: El PSOE despliega su crítica contra el PP en la contienda electoral sustentándose principalmente en las anteriores bazas —fundamentalmente las dos últimas—, desperdiciando así una ocasión para demostrar que lo importante no es seguir rumiando la cuestión del vertido de chapapote y la crisis abierta con el conflicto bélico en Irak —temas que quizás no resultan decisivos para la gran mayoría del electorado a la hora de votar—, pues de lo que se trata es de criticar seria y rigurosamente la gestión económica que el PP exhibe como uno de sus mayores logros. La misma tiene, a pesar de todo, varios puntos vulnerables.