www.cubaencuentro.com Jueves, 29 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
¿Un bufón de reserva?
Leña al fuego: El presidente venezolano Hugo Chávez intentó asumir en la Cumbre de las Américas el tradicional egocentrismo de Castro.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

El enviado especial de Fidel Castro a la Cumbre de las Américas, el ex teniente coronel Hugo Chávez, cumplió rigurosamente con las instrucciones de su mentor, levantando reservas y críticas contra el proyecto de integración y atizando los odios entre Chile y Bolivia.

Hugo Chávez
Minicumbre Venezuela-Bolivia, Monterrey.

Un llamamiento quizá demasiado directo del presidente boliviano Carlos Mesa a su colega chileno Ricardo Lagos, para buscar una "solución definitiva" al problema de la salida al mar —que perdió en el siglo XIX—, suscitó una contestación de este último, algo que el gobierno de Santiago no hacía en un foro internacional en muchos años.

El presidente venezolano, que en apoyo de la postura boliviana ya había calentado los ánimos al respecto antes de la Cumbre, terció tras la clausura del encuentro acusando a Lagos de mentir y dijo no importarle una ruptura de relaciones con Chile.

"A Bolivia le quitaron el mar. Está escrito. Lagos no dice la verdad", afirmó Chávez. El ex teniente coronel se sintió tan satisfecho del papel desempeñado fuera y dentro de la reunión, que tan pronto terminó la cita de Monterrey se trasladó a La Habana, evidentemente para rendir informe de sus maniobras y recibir nuevas orientaciones para hacer frente a la amenaza del referéndum revocatorio. Todo en secreto. El típico cónclave de los conspiradores.

Castro ya se había deleitado leyendo despachos de las agencias de noticias, como el siguiente: "La oposición de Venezuela a admitir una alusión al ALCA en la declaración final y un rifirrafe entre Chile y Bolivia restaron brillo a la Cumbre de las Américas, centrada en el desarrollo social y la lucha contra la pobreza.

Si el Área de Libre Comercio de las Americas (ALCA) no era el tema central de la reunión clausurada el martes en Monterrey, la mediterraneidad boliviana estaba totalmente fuera de la agenda de los presidentes de los 34 países americanos (todos menos Cuba)".

Es que de los 34 países que componen el continente americano, sólo la Cuba de Fidel Castro no participa en estas reuniones, donde se negocia la formación de un bloque comercial. Cierto que la tarea no resulta fácil, debido a los diferentes niveles de desarrollo, pero en un mundo globalizado resulta suicida mantenerse al margen.

Así lo han comprendido el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y también el mandatario argentino, Néstor Kirchner. Aunque antes de comenzar la reunión de Monterrey se habló de un frente común, casi un eje formado por Caracas-Brasilia-Buenos Aires, en realidad, cuando llegó el momento de la firma de la declaración final, fue sólo Chávez quién expresó las reservas.

Lula da Silva suscribió finalmente la declaración por considerar que sólo da "continuidad" a lo acordado en Miami, donde su gobierno logró rebajar el perfil de esa iniciativa comercial haciendo que su creación se haga sobre la adopción de unos compromisos básicos. Kirchner tampoco optó por quedar fuera de la "foto de familia".

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