El presidente boliviano Carlos Mesa envió este lunes al congreso su carta de renuncia en la que dijo estar asediado por las protestas populares, informó Reuters.

"He decidido poner a consideración del país a través del honorable Congreso de la Nación, elegido por el pueblo, mi renuncia al cargo de presidente constitucional de la República", dice Mesa en su carta, leída por el ministro de la Presidencia, José Antonio Galindo.

Galindo entregó la carta al Congreso, cuyo presidente, el senador Hormando Vaca Díez, tendrá que convocar el martes a los 157 parlamentarios para aceptar o rechazar por simple mayoría el pedido de dimisión.

En otro pasaje de su renuncia, Mesa dijo estar asediado por las protestas que se están organizando en su contra y que no está dispuesto a reprimir.

La Constitución boliviana establece que, en caso de dimisión del Jefe de Estado, el sucesor será el Presidente del Congreso y, a falta de este, el titular de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Mesa, un periodista e historiador de 51 años, asumió la presidencia en octubre de 2003 tras la renuncia del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada por una sangrienta revuelta social en El Alto, vecina ciudad de La Paz, que ahora vuelve a vivir momentos de tensión.

Entre las causas de la renuncia de Mesa estarían las amenazas del líder cocalero Evo Morales de desatar una ola de bloqueos esta semana.

El Alto reclama la expulsión inmediata de la empresa francesa Suez del servicio del agua, en tanto que Morales abandera una reforma petrolera radical, la convocatoria a la Asamblea Constituyente y el rápido enjuiciamiento del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, por las muertes ocurridas durante las revueltas contra su gobierno en 2003.

Morales, que encabeza el Movimiento Al Socialismo (MAS), dijo a la BBC que los movimientos sociales movilizados no están pidiendo la renuncia de Carlos Mesa sino que el Parlamento apruebe lo antes posible una nueva ley de Hidrocarburos para recuperar la propiedad de este recurso natural.

Según el líder cocalero, "el presidente busca chantajear al pueblo boliviano para no cambiar nada en el fondo".

El objetivo de Mesa sería, según Morales, "no cambiar el modelo neoliberal y no cambiar la ley de Hidrocarburos".

"Ahora sí conocemos al verdadero Carlos Mesa, defensor de las privatizaciones de las transnacionales y no defensor del pueblo boliviano", dijo.

Cientos de partidarios del presidente salieron a la calle para exigirle que se mantenga al frente del gobierno, informó EFE. Los partidos políticos analizan con cautela la posición que asumirán.

Las fuerzas del centro y la derecha boliviana con presencia en el Parlamento pidieron tranquilidad a la población para evitar enfrentamientos en las calles.

El ex presidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora (1989-1993), dijo que la nación y el mismo presidente Mesa deben mantener "la serenidad y responsabilidad" porque no es momento "para caer en pánico" en el Parlamento, los sindicatos, las organizaciones sociales y la prensa.

El ex jefe de Estado dijo que durante el mandato de Mesa, que lleva 16 meses en el poder, su partido apoyó las iniciativas que presentó en el Congreso y "no tuvo una actitud desestabilizadora", aunque sostuvo que el gobernante tuvo fallos en su mandato.

"Yo también he tenido noches muy negras, con ganas de irme, pero he cumplido mi mandato", sostuvo Paz Zamora.

El líder de la populista Nueva Fuerza Republicana (NFR), Manfred Reyes Villa, afirmó que no quería "hacer una apreciación a priori" de que lo que puede pasar en el Congreso.

"Me parece una actitud errada la del presidente de la República al haber renunciado, creo que él debió haber pensado en que tiene que cumplir un mandato", opinó Reyes Villa.

El partido del ex presidente Sánchez de Lozada, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), a través de uno de sus dirigentes afines al ex mandatario, Luis Eduardo Siles, calificó la actitud de Mesa de "renuncia poco sincera y premeditada para obtener una reacción", sin medir la posibilidad de una polarización en la población.

El anuncio de Mesa provocó manifestaciones espontáneas a su favor en varias localidades del país, y especialmente en la Plaza Murillo, de la capital, donde el mandatario recibió personalmente el apoyo de una multitud durante varias horas, la noche del domingo.