www.cubaencuentro.com Viernes, 29 de julio de 2005

 
  Parte 3/4
 
La mentira más grande
Desde el 26 de julio de 1953, Cuba ha padecido una larga saga de tergiversaciones, omisiones y promesas incumplidas, cuya mentira más grande es la revolución misma.
por LEONARDO CALVO CáRDENAS, La Habana
 

En la escaramuza inicial resultó muerto el joven custodio de la sede diplomática y los asaltantes fueron rápidamente acusados, imputación que tenía un defecto capital: los encartados no poseían ningún fusil AKM. Es fácil discernir que el custodio de la embajada contigua fue el involuntario homicida, pero esto no ha sido nunca aclarado oficialmente y en las referencias oficiales sólo se menciona al custodio "muerto en el incidente".

De Granada a la Red Avispa

Cuando en octubre de 1983, los conflictos y contradicciones internas dieron al traste con el proceso revolucionario nacionalista que desde 1979 vivía la isla caribeña de Granada, con el asesinato del carismático líder Maurice Bishop y la invasión norteamericana incluidos, todos los países que tenían colaboradores civiles en la otrora apacible ínsula se apuraron a retirar a sus ciudadanos. Sólo el gobierno cubano decidió dejar allí al contingente de trabajadores y especialistas que construían un gigantesco aeropuerto que le quedaba grande al minúsculo país y provocaba la inquietud del gobierno norteamericano.

Si sorprendente fue la no evacuación de los constructores, más inexplicable fue la decisión de enfrentarlos a la 82 División Aerotransportada del Ejército norteamericano. Tal parece que el alto liderazgo cubano no sólo previó que la emblemática unidad élite masacrara a los constructores —por demás ridículamente armados—, sino que lo dio por hecho. El anuncio de que "los últimos seis cubanos se inmolaron envueltos en la bandera", leído por un compungido locutor de televisión, provocó una conmoción nacional rayana en la histeria. Por suerte, en pocas horas fue desmentido el escalofriante anuncio y en pocos días arribó a la patria la inmensa mayoría de los participantes en la absurda aventura.

En septiembre de 1998, finalmente fueron capturados por las autoridades norteamericanas los miembros de una red de agentes cubanos infiltrados en Estados Unidos, dando lugar a un dilatado proceso en el cual la mitad de los encartados se reconocieron culpables, colaboraron con las instancias judiciales y obtuvieron leves condenas.

Los otros miembros de la red recibieron largas penas de prisión bajo acusación de espionaje y conspiración para cometer asesinato, al ser vinculados con el derribo, el 24 de febrero de 1996, por parte de la fuerza aérea cubana y en aguas internacionales, de dos pequeñas avionetas de la organización de exiliados anticastristas Hermanos al Rescate.

Al momento de conocerse la noticia de la detención de los agentes, las autoridades de la Isla negaron todo vínculo con el tema, al punto de que el entonces canciller Roberto Robaina aseguró a la 53 Asamblea General de la ONU, en Nueva York, que el descubrimiento de una red de espionaje cubano en el sur de la Florida era una afirmación "ridícula y risible". El gobierno tardó tres largos años en dar cuenta del caso a la opinión pública nacional, obviamente en espera de que se definieran o confirmaran las lealtades de los reos.

Una vez dictadas las sentencias, La Habana impulsó una campaña intensa y permanente con la que pretende limpiar la imagen de los cinco encartados que permanecen leales —de los otros no ha dicho siquiera una palabra—, a los cuales utiliza además como elemento de movilización política. La costosa campaña se fundamenta en argumentos que tratan de justificar las acciones de los agentes condenados, en la necesidad de enfrentamiento o prevención a las agresiones provenientes de las organizaciones anticastristas del exilio y, sobre todo, en la afirmación de que la información militar y de inteligencia no es de interés del gobierno cubano.

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