www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
   
 
Buenas noticias
Condenado a 20 años de cárcel por ejercer el periodismo libre, Ricardo González y su optimismo subsisten en una precaria celda de Kilo 8, al centro de la Isla.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

Lo conocí en el verano de 1996, una tarde de sol espeso y alucinante. Esa mañana Raúl Rivero, al frente de Cuba Press, me llamó por teléfono para informarme que a partir de ese momento empezaríamos a llevar nuestros trabajos a Ricardo González Alfonso, residente en la barriada de Miramar. Él se encargaría de hacérnoslos llegar por una vía segura. No me agradó la idea de trasladarme una vez por semana a una dirección tan distante de la mía: En Cuba el transporte público escasea y para llegar al domicilio de González Alfonso bien podía demorar entre dos y tres horas. Sólo en la ida.

Ricardo G. Alfonso
Ricardo González Alfonso (dcha) en la sede de la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling.

Esa tarde calurosa salí junto con el colega Ariel Tapia, actualmente exiliado en Miami. Luego de un azaroso viaje en un ómnibus atestado de la ruta 100, conocimos a Ricardo González. Yo ya le había escuchado por Radio Martí y me preguntaba cómo se las arreglaba para redactar tantas y tan interesantes noticias.

Al estrecharle la mano le pregunté: "¿Acaso tienes el don de la ubicuidad?". Con su típica risa altisonante, González me respondió: "No, lo que pasa es que hasta en sueños estoy pensando en el periodismo".

Al igual que Tania Quintero —60 años, fundadora de Cuba Press—, trabajaba de forma obsesiva. Mientras otros más jóvenes conseguíamos un par de historias o notas a la semana, Tania y Ricardo hacían cinco o seis. Además, González Alfonso reportaba por Radio Martí innumerables noticias y denuncias del complejo mundo de la disidencia y la sociedad cubana en general.

Cuando conjuntamente con Raúl Rivero creara la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling, se echó encima la tarea de que sus 52 miembros estuvieran actualizados en técnicas informativas. Gracias al binomio Rivero-González varios cursos de periodismo, en inglés o español, fueron organizados. Todos los libros sobre el tema que recibía la Sociedad eran repartidos entre sus miembros. Se preocupó porque cada uno tuviera una mayor preparación. También estaba al tanto de cualquier carencia material, fuera una máquina de escribir, papel, bolígrafos o medicinas.

El topo del régimen, Néstor Baguer, de 83 años, infiltrado por la policía política en la prensa independiente, en lo más profundo de su conciencia y soledad debe estar dándole las gracias a Ricardo González. A pesar de la merecida fama de pedigüeño y manipulador del anciano, González le abrió las puertas de la Sociedad y de la revista De Cuba,de la cual salieron sólo dos números, en los que aparecen colaboraciones del informante. No solamente le hacía llegar algún dinero, sino que después de un sinnúmero de contratiempos le consiguió un andador para facilitarle la locomoción. La autosuficiencia de Baguer hacia todos los que le rodeaban, tanto como su resentimiento, no fue óbice para que tanto González Alfonso como Raúl Rivero —contra quien también se ensañó— le cogieran lástima por su evidente decrepitud y le dieran un trato respetuoso y humano.

En diciembre de 2002 fue lanzado el primer número de la revista De Cuba y cuando arrestaron a Ricardo González, el 18 de marzo, ya estaba elaborado el segundo, igualmente hecho por periodistas radicados en el país y destinado a lectores nacionales. Fue la gota que colmó la copa.

Después de casi doce horas de registro, agentes de la Seguridad del Estado se llevaron a uno de los más laboriosos periodistas independientes cubanos. Desde ese día Ricardo González no respira aire puro y el sol se le ha convertido en un lujo. No obstante, en carta a su compañera Álida Viso Bello, aún nos hace llegar buenas noticias: "Gracias a Dios, me han encarcelado junto con mi optimismo".

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