www.cubaencuentro.com Martes, 27 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
Adiós al maestro
El pianista Rubén González, uno de los más distinguidos veteranos desempolvados, murió el pasado 8 de diciembre en La Habana a los 84 años de edad.
por TONY ÉVORA, Valencia
 

Acaba de morir en La Habana uno de los mejores pianistas populares de cualquier época. Otro de los ancianos jubilados que deslumbraron a las nuevas generaciones del mundo occidental en los últimos años.

Rubén González
Pianista González.

Rubén González, quien no esperaba el éxito a estas alturas, fue uno de los más distinguidos veteranos desempolvados del pasado y subidos a los mejores escenarios. Para fortuna de todos, Ry Cooder había escuchado su quehacer en viejos discos de vinilo, tocando con orquestas del nivel de los Hermanos Castro y los conjuntos de Arsenio Rodríguez y de Senén Suárez.

González estaba encantado de volver a mover las artríticas manos sobre las teclas. No se sabe de dónde sacaba tanta energía, pero podía tocar sin parar. Solía llegar a las sesiones de grabación primero que nadie para sentarse a hacer sus rutinas. Cuando le aseguraron que haría un primer álbum en solitario lo logró en sólo dos días. Poco después estaba de gira por las mejores salas de concierto del mundo occidental, rodeado de un coro de críticos de jazz que se despepitaban en aclamarlo. Ahí están los CD Introducing Rubén González y Chanchullo, ambos editados por World Circuit.

El piano siempre ha sido un favorito de una categoría específica de músicos cubanos. Aunque otros artistas anteriores son perfectamente reconocibles por las partituras que dejaron, es a partir de Ignacio Cervantes, en el último tercio del siglo XIX, y Ernesto Lecuona, en la primera mitad del XX, donde el instrumento de las 88 teclas se creció en la Isla.

De los talentos alrededor de 1950 hay que citar a Felo Bergaza, quien durante años integró pareja con Juan Bruno Tarraza. Al escuchar la rapidez de Bergaza, no se puede evitar pensar en la agilidad de otros teclistas extraordinarios. "El rey del mambo" fue otro pianista brillante: Dámaso Pérez Prado realizaba clusters o racimos de notas con armonías poco usuales para su época. Los tres citados fueron contemporáneos de Rubén González, y amigos del anciano que sorprendió a todos desplegando sus tumbaos en el film Buenavista Social Club.

Existe un viejo disco de 1953, época en que González tocaba con el conjunto Kubavana, de Carlos Barbería, durante uno de sus mejores momentos: en medio de una conga se les ocurrió intercalar un solo en las teclas, situación imposible porque la conga es un ballet callejero por naturaleza, pero aquel detalle agregó un color extraordinario al número.

Nacido en Santa Clara en 1919, González se graduó en el conservatorio de Cienfuegos, donde estudió con Amparo Riso, una maestra que lo marcaría para siempre porque lo hizo trabajar mucho. Pero no quiso convertirse en pianista de concierto, a él sólo le interesaba el son. Aunque ambicionaba hacerse médico y alcanzó a terminar la carrera —hay quienes dicen que no llegó a graduarse—, Santa Cecilia, la bella mulata patrona de los músicos, lo engatusó.

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