El autor cita, parafrasea y comenta a los aludidos, subvierte los modelos a los que en teoría pertenece su libro —documental, ficción—, desacraliza la "gravedad histórica" de la mentada isla —que a pesar de su larga tradición de choteo jamás ha dejado de ser púdica— y, al hacer esto, arrastra a Vista del amanecer en el trópico al terreno universal de la parodia.
En efecto, luego de visitar la más parca definición de parodia —que ofrece el diccionario de la Real Academia Española y se resume a dos escuetas palabras: "imitación burlesca"—, cualquiera de los lectores (primero, segundo o tercero) comprenderá que —al margen de su posible inclusión en disímiles categorías y subcategorías literarias: libro de ficción (novela fragmentada, cuento breve, viñeta), libro de ensayo (sobre la violencia, sobre la unilateralidad manipuladora de la historia) o, incluso, hasta como libro de historia per se— Vista del amanecer… es la divina comedia tropical, la gran parodia cubana.
Vista… puede ser además la historia otra de Cuba. Pero su otredad no constituye la visión de un extraño o un neófito, pues el amanecer de Cabrera Infante —quien es, a pesar de su exilio (o gracias al mismo), el insider por excelencia— responde al discurso institucionalizado de la historia oficial de la Isla.
La suya es una réplica —irónica, pero directa— a la presentación de esa historia como monolito. Con un tono mordaz y una "frialdad apasionada", el autor imbrica la violencia con el lirismo, lo real con lo ficticio, el mito con el dato, la leyenda con el testimonio y, de paso, se empeña por hacer que la unidad resultante sustituya al gran bloque sólido, inamovible e incuestionable del pasado oficial cubano (y hasta de su presente, habida cuenta que el libro abarca hasta la primera mitad de los años setenta). O como explicara el propio Cabrera Infante en una entrevista a Torres Fierro: "la historia ahora vista como una simple anécdota, la vida histórica transformada en mera escritura, en versiones de la realidad, o mejor aún, en la realidad misma".
Panorama endémico
A pesar de que no incluye un solo dálmata en sus páginas, el libro lo componen 101 "viñetas" —a falta de mejor nombre—. Sin embargo, esta disección matemática puede resultar fallida: desviaría la atención hacia los árboles, ocultando la esencia íntegra de un bosque uniforme, pues aunque en el (…) amanecer en el trópico el hilo argumental, los contextos y los personajes se desplacen constantemente, abarcando casi quinientos años de la historia cubana, las supuestas viñetas no son tales. El concepto de viñeta plantearía una ruptura entre el texto precedente y el posterior, división que —al margen de las piruetas del autor— no llega a producirse en el libro. A pesar de la fragmentación de su contenido, el texto presenta una coherencia orgánica. De ahí que su título sea Vista, no Vistas.
Dicho "documento", que pertenece tanto a la literatura como a la historia del archipiélago caribeño —y a todos los posibles bastardos de esta alianza, entre ellos: la literatura histórica, la historia de la literatura, et al—, plantea una unidad —desparramada, esparcida por espacio de más de cuatro siglos— en el caos nacional. El texto regala un panorama único y, por tanto, endémico, de la Isla y presenta un análisis sosegado de los dos aspectos más intrínsecamente cubanos que, según Cabrera Infante, no son otros que la insularidad y la violencia. |