www.cubaencuentro.com Martes, 27 de enero de 2004

 
Parte 1/4
 
Carta a Osvaldo Farrés
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Quizástico y bolérico Osvaldo Farrés:

La vida es un bolero. No recuerdo bien si lo dijo Teófilo Stevenson en alguna asamblea o durante algún conteo de protección provocado por Vissotsky. Aunque es posible que lo afirmaran Gustavo Adolfo Bécquer rodeado de golondrinas, o el diseñador de Jota Vallés. Sea quien fuera el feliz autor de la sentencia, dio en el clavo. Como también es cierto que un clavo saca otro y que cada bolero tiene su antídoto. Y como para dar en el clavo hace falta un martillo, a alguien se le ocurrió, allá por los alegres años sesenta, en esa isla exuberante, cálida, bolerona ella, acompañarlo de una hoz y comenzó la hez, que nada tiene que ver con el bolero y sí con el tango, tirando a guaguancó trágico. No hay que olvidar que hace la bobería de 2004 años comenzó nuestra historia, también por culpa de unos clavos, pero eso se canta de otro modo. O se decanta.

Farreas y Cantiflas
De derecha a izquierda: Farrés, Cantinflas y un grupo de amigos.

Yo he reflexionado mucho sobre el género. Sobre éste, y también sobre el humano. Y no por simple pesimismo, que la humanidad es jovencita con esos 2004 años de edad, sino porque una vez le escuché decir a una señora, algo menor que la humanidad, una frase de esas que luego saltan a los periódicos. Esta no saltó a ningún lado, porque en el momento en que la señora lo soltó había un sólo periódico en Cuba, y no tenía espacio para cosas del bolero, si lo que estaba de moda era la conga de los tomates y los sobrecumplimientos en los planes de papa.

Alguien le preguntó a la dulce anciana qué pensaba del bolero, y ella, cerrando aquellas hermosas cataratas de sus ojitos picaruelos, suspirando, como si recordara una semana sin apagones o el tiempo en que podía irse solita a comprar sábanas sin el cupón de trabajadoras, dijo, así, como un gorrión bajo la lluvia: "¿El bolero? El bolero es divino".

Y en eso llevaba toda la razón. (Meses más tarde, la señora cuya frase no había saltado a la prensa, y a pesar de su contemporaneidad con Moisés el bíblico, saltó a otro país y se le quitaron las cataratas de manera insólita. Lo que me hace pensar que tenía los ojos empañados por alguna carencia vitamínica o por falta de boleros).

Todo esto se me ha ocurrido a propósito de dos de sus más conocidas piezas bolerísticas, que vienen a ser como cuatro: Come closer to me, que se llama en cubano antiguo Acércate más —versionada con otros títulos y ritmos, pero el mismo sentido, como Ven a gozar mulata, Arrímate cariñito o Mi compañera, obrita esta última que tiene el mérito de incorporar por vez primera el texto del Código de la familia—; Without you, con el castellanizante nombre de Tres palabras; Toda una vida, que no tiene apodos en otras lenguas; y Perhaps, perhaps, perhaps, que, como todos los descendientes de jamaiquinos saben es originalmente ese monumento a la incertidumbre espiritual del socialismo, conocido en español como Quizás, quizás, quizás. Qué bolerazos.

Qué manera de atraparle el sentimiento a uno por la parte más blanda. Qué modo de capturar la esencia plastilínica del ser humano cuando todavía no se ha convertido en la arcilla fundamental de nuestra obra, es decir, antes de ser tan maleable, como será más tarde en la nueva sociedad.

Fueron cuatro mameyazos directos al motor del cuerpo, ese cartílago que se hace músculo, y que, en buena compañía, después de la tercera ronda de buches en la penumbra de un lugar repleto de cultura y sensualidad, como era en su tiempo el Turf de El Vedado, nos hacía prometer matrimonio, con cariño eterno a la suegra de ñapa.

Sus creaciones llenaron la noche habanera, y eso se debió a que usted respiró, desde siempre, el pulso de la ciudad —y nunca le llevaron al médico por esa anomalía de respirar el pulso; que es tremendamente anormal que alguien respire el pulso de algo—, gracias a que nació en Quemado de Güines, allá por 1902, cuando nuestros abuelos se rompían la crisma inventando una pseudo República, y tenían problemas de locomoción, que por eso salen caminando tan cómicos en los documentales de la época.

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