Nada sorprendente, porque el apoyo de la revolución bolivariana a este "movimiento político" se remonta a varios años atrás. Vale la pena citar algunos datos puntuales:

El 7 de junio de 2000 fue trasladado en un helicóptero hacia Venezuela, y después en un avión hacia La Habana, el jefe guerrillero Germán Briceño Suárez, alias Grannobles, y hermano del jefe militar de las FARC. Había sido herido en combate. Ya está de nuevo recuperado y en actividades guerrilleras, cerca de la frontera con Venezuela. En este operativo participó el capitán de navío retirado Emilio Rodríguez Chacín, funcionario utilizado por Chávez para los contactos directos con la guerrilla colombiana.

El 3 de noviembre de 2000, el presidente de la Subcomisión de Frontera de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional de Venezuela, Carlos Casanova, denunció que los Estados venezolanos de Táchira, Apure y Barinas "son aliviaderos de las guerrillas".

El 13 de febrero de 2001 fue capturado en Caracas el guerrillero del ELN José María Ballestas, autor en abril de 1999 del secuestro de un avión civil de la empresa aérea Avianca, con 42 pasajeros y 5 tripulantes a bordo que estuvieron más de un año como rehenes. Incluso, uno de ellos murió porque no pudo soportar las condiciones del cautiverio. Todavía Chávez no controlaba totalmente la Policía Técnica Judicial de Venezuela y de ahí el "error" de hacer prisionero a Ballestas, que vivía plácidamente en la capital venezolana con un nombre falso.

El 6 de abril de 2002 fue descubierto un campamento de las FARC en territorio venezolano. Según periodistas del diario colombiano El Tiempo, los guerrilleros dijeron que sólo estaban de paso, pero tenían instalaciones en casas con tejas de zinc y un corral con decenas de reses.

El pasado 4 de marzo de 2003 la policía secreta colombiana denunció que destacamentos guerrilleros penetraron al Estado venezolano de Zulia, por la serranía de Perijá.

Un rosario de hechos que muestran a las claras que uno de los objetivos de Chávez es desestabilizar al Gobierno colombiano. No olvidemos que en su afán de pasar a la historia como heredero del Libertador, el mandatario venezolano tiene aspiraciones de llevar a otros confines su revolución bolivariana.

Otro objetivo de Chávez puede ser atizar nuevos conflictos en el continente latinoamericano (técnica muy utilizada antes por su mentor, Fidel Castro), con el propósito de ganar tiempo y espacio de maniobra en su propio país, o como carta negociadora con el Gobierno norteamericano.

El recién estrenado presidente de Colombia, Alvaro Uribe, le ha declarado una guerra frontal al terrorismo. Ya el pasado 7 de marzo fue claro y terminante, después de una entrevista con el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva: "No hemos evaluado una mediación de Brasil u otro país, porque no creemos que existan posibilidades de diálogo con las FARC, un grupo terrorista que siembra la violencia contra el pueblo".

En la misma ocasión, Uribe lanzó una advertencia que debía ser tomada muy en serio por los gobiernos latinoamericanos: "Mucho más importante que falsos nacionalismos sobre el tema, es entender que el terrorismo se ha convertido en el gran enemigo de la soberanía jurídica, de la convivencia de los pueblos y del ejercicio democrático. Si no frenamos el terrorismo colombiano, es capaz de convertirse en un factor destructor de toda la democracia regional".