www.cubaencuentro.com Jueves, 29 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
Una prueba de fuerza
¿Hasta dónde el poder del líder supremo y de los conservadores puede impedir el reformismo democrático en Irán?
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

Las próximas elecciones legislativas en Irán, fijadas para el 20 de febrero, se han convertido en un nuevo enfrentamiento entre los reformistas, que encabeza el presidente Mohamed Jatamí, y los conservadores, agrupados alrededor del ayatolá Alí Jamenei.

Ayatola Jamenei
Ayatolá Jamenei: ¿La piedra en el camino de Irán?

Si valen las comparaciones, el ayatolá es el claro ejemplo del inmovilismo, al más puro estilo de Fidel Castro.

Jamenei ha venido utilizando varios influyentes organismos, que controla para socavar la popularidad de los reformistas. Controla el Poder Judicial, el Ejército y el todopoderoso Consejo de Guardianes de la Constitución (CGC), organismo que supervisa las elecciones en Irán.

A principios del mes de enero, el CGC, un organismo compuesto por 12 clérigos chiíes de alto rango —no elegidos—, descalificó las candidaturas de 870 políticos moderados, entre ellos más de 80 diputados del actual Parlamento.

Pero los reformistas iraníes, encabezados por el presidente Jatamí, se mostraron decididos a plantar cara a la prohibición de sus candidatos, y recibieron el pasado 12 de enero un gesto de apoyo de la Unión Europea (UE).

Los diputados vetados por el CGC emitieron un comunicado en el que pidieron a los poderes legislativo y ejecutivo del país que se esfuercen para garantizar la celebración de comicios "libres y justos".

"En nombre de la mayoría del pueblo iraní que ve puesto en peligro su derecho a participar en elecciones libres y honradas, reiteramos que no permitiremos que un pequeño grupo imponga su voluntad política sobre todos los iraníes", dijeron los diputados en esa nota de prensa.

El líder supremo de la República, Alí Jamenei, ha terciado asegurando que intervendrá al final de este proceso si los canales legales demuestran ser inoperantes; sin que se sepa exactamente en qué puede consistir su intervención. Precisamente, los poderes de Jamenei como máximo líder son uno de los principales puntos de discordia entre los conservadores (creen que éste sólo debe responder ante Dios) y los reformistas (opinan que debe responder ante la nación).

En realidad, los conservadores iraníes deben sentirse estimulados por la amplia victoria de los candidatos independientes, en las elecciones municipales de marzo de 2003, que dejó fuera de los Consejos Municipales (especie de ayuntamientos) a muchos reformistas.

Los comicios registraron una muy baja participación, ya que sólo acudió a las urnas el 25% de los 41,2 millones de votantes potenciales. Eso refleja que ha dado frutos la táctica de los fundamentalistas conservadores de promover el descontento popular, principalmente entre los jóvenes, quienes han visto que los renovadores han sido incapaces de sacar adelante sus propuestas, debido al veto conservador.

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