www.cubaencuentro.com Viernes, 08 de abril de 2005

 
  Parte 1/2
 
América Latina frente a las oportunidades y amenazas de China
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Washington
 

No hay dudas de que China ofrece un sinfín de oportunidades para América Latina. El comercio entre las dos regiones crece a pasos agigantados, mientras la insaciable demanda del gigante asiático —sobre todo en lo que respecta a productos agrícolas, materia prima y energía— ha generado una subida de precios en los artículos de consumo, que, en parte, explica el reciente crecimiento económico experimentado por el continente americano.

Lula
Lula da Silva y Hu Jintao, presidentes de Brasil y China, respectivamente.

Chile constituye hoy el principal proveedor de cobre de China, en tanto Argentina le suministra el 20% de sus importaciones de cuero, plástico, algodón y otros productos semiprocesados. En los próximos años, más de 100.000 turistas chinos pasarán sus vacaciones en México, Perú, Chile y Brasil, y para 2015, las nuevas inversiones del país asiático en la región podrían alcanzar los 100.000 millones de dólares.

Al mismo tiempo, sin embargo, China también representa una amenaza. En 2001, América Latina y el continente asiático atraían niveles similares de inversiones extranjeras directas. Ya en 2003, la Inversión Extranjera Directa (IED) de Latinoamérica había caído un 50%, en tanto la del segundo se había duplicado; y China, claro está, constituye la mayor atracción asiática. México ya no ostenta una posición privilegiada como segundo exportador en el mercado estadounidense, sino China, y son las exportaciones de este último país las que están dañando las industrias locales en América Central y pronto podrían hacerlo también en el cono sur.

Tras la visita del presidente Hu Jintao, Argentina, Brasil y Chile reconocieron a China como "economía de mercado", estatus que excluye la posibilidad de imponerle tarifas para evitar que inunde el mercado de determinados productos (anti-dumping).

México se defiende, Brasil se expande

México y Brasil están reaccionando de manera diferente ante el impacto chino. Por un lado, México ha sembrado la alarma frente a la competencia. En agosto pasado, el ministro de Exteriores mexicano, Luis Ernesto Derbez, viajó a Beijing para debatir una serie de temas económicos: el evidente déficit comercial de su país, el contrabando chino de productos y los derechos sobre la propiedad intelectual.

Los negocios en el mercado negro son notorios, en una industria textil donde sólo el 8% de las importaciones chinas son de carácter legal. Es más, cerca de 300 maquiladoras se han trasladado de México a China y más de 250.000 mexicanos han perdido su empleo en esta industria. Resulta evidente, pues, que respecto al país asiático, México está a la defensiva.

Por el contrario, la actitud de Brasil es expansiva. Entre 1998 y 2003 su comercio con China se ha cuadruplicado y esta última ha asumido el déficit. Ambas naciones persiguen su complementariedad con mucha agresividad y esperan lograr 20.000 millones de dólares en comercio anual para los próximos tres años.

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