www.cubaencuentro.com Viernes, 08 de abril de 2005

 
  Parte 1/2
 
América Latina: Washington y Madrid se necesitan
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Washington
 

A finales de la década de los setenta, Adolfo Suárez —primer presidente democrático de España— subrayó el lugar especial que América Latina ocupaba en la política exterior de ese país. Inicialmente, tanto la lengua como la cultura y la historia ratificaron los lazos hispano-latinoamericanos, hecho que las inversiones y la diplomacia estrecharían después. Con la vista puesta en 1992 —el Aniversario 500 del encuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo—, el conservador Adolfo Suárez abrazó la idea de una comunidad iberoamericana que incluyera también a Brasil y Portugal.

J. L. R. Zapatero
Zapatero, Kirchner. Durante la visita a Argentina del presidente del gobierno español. (REUTERS)

Pero un papel especial no quería decir prioritario. Durante el gobierno de Suárez y, después de 1982, durante el de Felipe González, España tuvo dos tareas principales: unirse a Europa y redefinir las relaciones con Estados Unidos, trabajos que llevó a cabo con gran éxito. España entró en la OTAN y en la entonces Comunidad Económica Europea, mientras mantuvo una cercana cooperación con Washington en temas de defensa. América Latina ha sido siempre un actor secundario en las principales producciones de la política exterior de España.

Sin embargo, los actores secundarios también son importantes. América Latina es el principal receptor de la cooperación internacional española. Sólo Estados Unidos sobrepasa a España en inversiones y misiones diplomáticas en la región. Desde 1991, España ha constituido la principal fuerza de impulso en las cumbres anuales iberoamericanas —la idea de Suárez hecha realidad—, y en la primavera abrirá una Secretaría Permanente en Madrid. El hecho de que Enrique Iglesias —el respetado presidente saliente del Banco Interamericano de Desarrollo— probablemente encabece la nueva organización, es una buena señal que favorece la puesta en práctica de una sustancial agenda en tan ceremoniosas cumbres.

Reformas neoliberales

En 1996, el Partido Popular derrotó a los socialistas y José María Aznar sucedió a Felipe González. Por lo general, Aznar, claramente conservador, se adhirió al consenso político sobre alianzas con Europa y Estados Unidos, así como sobre las relaciones con América Latina. Si bien Aznar utilizó una retórica más fuerte hacia Cuba, los inversores españoles en ese país se negaron a aceptar cambios fundamentales, y, como en el gobierno de Clinton, los populares aceleraron reformas liberales como panacea para los problemas latinoamericanos. A diferencia de González, Aznar a menudo asumió un tono de "potencia española", que le sonaba realmente anticuado a los latinoamericanos.

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