Orgulloso y altanero, flanqueado por dirigentes de su partido y dos leones disecados, Robert Mugabe, proclamó la victoria electoral, ya garantizada de antemano por los fraudes en las últimas elecciones legislativas del pasado 31 de marzo, realizadas sin la presencia de observadores internacionales independientes.

Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe.

El gobernante partido Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) había obtenido 78 escaños y el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) quedó reducido a 41 asientos en el Parlamento (antes disponía de 58).

A esto se añade que el presidente Mugabe puede designar directa o indirectamente a 30 parlamentarios más, lo que le asegura el control de más de las dos terceras partes del legislativo, para reformar la Constitución a su antojo.

Fue por eso que anunció ante los periodistas, después de aclarar que los leones disecados eran "muy amistosos", que su propósito es retirarse cuando cumpla cien años. Su actual mandato expira en 2008, pero puede presentarse para un nuevo período de seis años, y con la experiencia que el ZANU-PF ya ha logrado en la preparación de los fraudes electorales, nadie duda de que Mugabe será presidente vitalicio.

Ahora tiene 81 años. A los ciudadanos de Zimbabwe les esperan 19 años más de excentricidades de su presidente, que convirtió el granero de África en un país totalmente empobrecido y ahora dependiente de la ayuda del Programa Alimentario Mundial.

Muchos de los mítines convocados por el MDC fueron interrumpidos por las brigadas de choque de los seguidores de Mugabe. Por otra parte, ya la prensa, la radio y la televisión están totalmente controladas por el gobierno, así que la oposición no disponía de las posibilidades de realizar la campaña electoral a través de los medios de comunicación.

El pasado 6 de abril, el MDC logró demostrar las "serias e injustificadas diferencias" entre los anuncios oficiales de la Comisión Electoral sobre el número de votos emitidos y los datos entregados a cada candidato.

La conclusión fue que en aquellas jurisdicciones electorales donde el MDC era claramente dominante, le fue otorgado el triunfo a sus candidatos "para tratar de legitimar el proceso electoral".

Como todo dictador necesita de un enemigo exterior, Mugabe basó su campaña acusando a sus opositores de "mercenarios" del gobierno de Londres. "Votar por el MDC es como hacerlo por Tony Blair", advertían los candidatos oficialistas.