www.cubaencuentro.com Jueves, 20 de marzo de 2003

 
  Parte 4/4
 
El Islam: tribu y plutocracia
No hay una nación islámica, o árabe, como no hay una cristiana: Los orígenes del tribalismo y su influencia en la política del Medio Oriente.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

La pauta será la de tribus o grupos castrenses que se imponen ejercitando su poderío físico sobre clanes, tribus y ciudades de otras comarcas, en cuyo caso la tutela impuesta desde arriba por antonomasia es autoritaria, con una infranqueable laguna entre cabecilla y sujeto, pues el caudillo siempre será un extraño, alguien temible, motivo de revueltas, y raramente reverenciado. Pero estos imperios mercantiles necesitaban de un corpus de teoría política que promoviese la obediencia a la ilegitimidad y justificase el autoritarismo brutal de los déspotas islámicos, pese a que se contravenía el Corán. Los fundadores de la dinastía otomana implantaron su autoridad por la fuerza en el mundo islámico; pero ellos nunca pudieron aplacar el sur de Palestina y el desierto del Negev (Israel y la Cisjordania), poblados por belicosas tribus beduinas que constantemente se trucidaban unas a otras. Fue sólo a fines del siglo XIX, con el gobernador otomano Rustum Pasha, que se logró pacificar la región (Friedman, 1990, 93).

Así los anales de la zona estarán repletos de querellas de un elevado nivel de brutalidad y encarnizamiento, entre las cuales la Palestina-israelí es un elegante duelo de gentilhombres si se compara con el genocidio armenio por parte de los turcos a principios del siglo XX, que casi aniquila a esa nación; el sanguinario golpe de Estado contra el régimen militar de Karim Kasem, con su casi millón de muertos; la incruenta contienda civil en Yemen del norte en la década sesenta; la guerra civil libanesa en las décadas setenta y ochenta. A esta situación también se inscriben la guerra antisoviética en Afganistán, que desembocó en una guerra civil creando un caos social, el saqueo y el pillaje tribal de los que emergió la noche tenebrosa del Talibán; las masacres de kurdos por parte de los musulmanes iraquíes y de los turcos; la inmolación en masa de las "turbas divinas" del ayatolá Jomeini en el frente de batalla con Irak; la total extirpación de la ciudad de Hama por parte del sirio Hafez el-Assad; las carnicerías de cristianos sureños sudaneses a manos del gobierno musulmán del norte; la enrevesada guerra incivil de Somalia; la jihad santa de los fundamentalistas argelinos con su degolladero de mujeres y niñas.

El autoritarismo ha trascendido a la actual contemporaneidad del Medio Oriente. En los países islámicos más homogéneos —Egipto y Túnez—, y en aquellos como las monarquías de Jordania, Marruecos, Arabia Saudí, Omán, o en los emiratos del Golfo, los gobernantes disfrutan de un alto grado de anuencia. Este margen de legitimidad permite que la espada, si bien latente, se halle envainada, que se reparta poder, se tolere alguna libertad de prensa y de expresión y se construya una atmósfera algo más relajada, en tanto no se cuestione al autócrata. Sin embargo, en aquellos países islámicos donde las sociedades se hallan altamente fragmentadas entre diversas sectas, clanes, ciudades y tribus, y donde el manejo gubernamental moderno no ha ganado autenticidad (Siria, Irak, Líbano, Yemen, Sudán, Somalia) se testimonia el perfil más descarnado y cruel de práctica autoritaria. Aquí la sobriedad y la magnanimidad son artículos de lujo y los magistrados no se hallan resguardados en sus sillones. Lo que hace más peligroso a estos autoritarismos es que responden con armamentos devastadores.

Pero el tribalismo y el autoritarismo por sí solos no pueden esclarecer los vastos y complejos fenómenos políticos del Medio Oriente. Hay un tercer elemento dinámico en juego, que fue la importación en el siglo XX del estado-nación por los invasores coloniales; un nuevo concepto en una zona de larga raigambre dinástica autoritaria. Países y naciones existían, con sus nombres, pero no se percibían como aleaciones políticas definidas, capaces de aglutinar alianzas en el sentido occidental. Los imperios islámicos eran objetos políticos erigidos sobre la base de la filiación religiosa y la lealtad clánica, tribal o regional.

Referencias
El Islam, una política
Islam: Estado y nación
1. Inicio
2. Pese a que...
3. A veces...
4. La pauta será...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
La urgencia innecesaria
JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
Estados y fronteras
JUAN F. BENEMELIS, Miami
La soledad del imperio
RAFAEL ROJAS, México D. F.
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Conflicto Irak
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir