Todo en Las Ramblas es un espectáculo permanente, una especie de carnaval. Por eso el carnaval de aquí es una redundancia, porque Las Ramblas siempre... |
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La Habana: Crimen en Libertad
TANIA QUINTERO |
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La Habana: Problema de humanidad
IRIA GONZáLEZ-RODILES
¿Quiénes tienen más derechos: las familias de los espías condenados en EE UU o las de los disidentes encarcelados en Cuba? |
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Barcelona: Dos alamedas
MANUEL PEREIRA
Las Ramblas y el Paseo del Prado, otra línea común entre La Habana y la Ciudad Condal. |
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La Habana: Nuevo ídolo en los altares
TANIA QUINTERO
Aunque aún no se le conoce contraparte en el panteón yoruba, los cubanos se acercan cada día más a San Judas Tadeo, conocido como el patrón de los casos desesperados. |
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Roma: Ciudad cerrada
ARMANDO AñEL |
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La Habana: Al modo de Milanés
IRIA GONZáLEZ-RODILES
Las críticas del cantautor sobre la falta de libertad de expresión en la Isla poco se diferencian de las expresadas por los 75 disidentes encarcelados la pasada primavera. |
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La Habana: De príncipes y vanidades
TANIA QUINTERO
Aunque oficialmente no existe la prensa rosa, la noticia del noviazgo del futuro Rey de España con una periodista de televisión corre de boca en boca entre la gente de la Isla. |
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La Habana: Estertores de un coloso
ORIOL PUERTAS/JAIRO RíOS
El central Urbano Noris, probablemente la mayor fábrica de azúcar en sus tiempos de oro, agoniza en un olvido inclemente. |
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Barcelona: Indianos
MANUEL PEREIRA
Bacardí, Sitges, Güell: ¿Generarán los actuales inversionistas españoles en Cuba la riqueza cultural de sus antecesores? |
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La Habana: Goodbye por partida doble
IRIA GONZáLEZ-RODILES
Mientras en la ONU se debate sobre la anulación del embargo, siete presos de conciencia se declaran en huelga de hambre ante las injusticias y abusos de las autoridades cubanas. |
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La Habana: Masificar el tedio
ORIOL PUERTAS/JAIRO RíOS
Gigantismo e ineficacia: el gobierno cubano multiplica arbitrariamente los recursos humanos en la cultura, mientras infraestructuras y economía siguen de mal en peor. |
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La Habana: Fiesta sin Mario
LUIS CINO
Setenta y siete años, dos infartos y una testaruda determinación de no ceder, son demasiado para un corazón, aunque sea el de un comunista. |
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