www.cubaencuentro.com Lunes, 30 de junio de 2003

 
  Parte 1/2
 
El león del son cubano
En exclusiva para 'Encuentro en la Red', el venezolano Oscar D' León rememora su polémica visita a Cuba, allá por los años 80.
por MICHEL SUáREZ, Valencia
 

Cuando Oscar D' León desembarcó en Cuba en noviembre de 1983, un terremoto musical sacudió a la Isla. Millones de fans cantaron sus piezas en multitudinarios conciertos o a través de la radio y la televisión. El país olvidaba sus penas y entonaba Melao de caña o Mata Siguaraya mientras observaba a su ídolo tocar el bajo y darle vueltas como a una rumbera.

Oscar de León

Los que nacieron después de la década del 60 tuvieron entonces la posibilidad de conocer —por boca de un extranjero— el nombre y la obra de Benny Moré. Su peregrinaje musical por Cuba fue tan intenso y arrollador como las reacciones políticas surgidas después del viaje, en aquellos tiempos en que cantar en la Isla era lo mismo que aceptar políticamente el régimen de Fidel Castro.

Hoy puede localizársele en la ciudad de Miami, donde se refugia ante la crítica situación de Venezuela. Dispuesto, como siempre, y en un tono abiertamente juvenil, recibe la llamada telefónica de Encuentro en la Red como si de viejos amigos se tratara: "¡Díiiiiiimelo, cubano!". Antes de comenzar, una puntual solicitud de su manager: "Pregúntale lo que quieras, menos sobre lo sucedido después de su viaje a Cuba". Las condiciones fueron aceptadas.

Oscar, hace 20 años le recordaste al pueblo de Cuba que tenía un patrimonio musical grandioso. Hasta tu llegada pocos jóvenes conocían al Benny y muchos recordaron contigo un hermoso repertorio que permanecía en la sombra. ¿Fue lo más positivo de tu visita a la Isla?

Indudablemente, porque, si se quiere, yo fui a llevar algo que allí se había perdido un poco: el genuino son cubano. Ellos dijeron al oírme: ¡Pero esto que nos ha traído este señor es nuestra música… esta música es de nosotros!, y empezaron a desplegarse una serie de agrupaciones. Yo creo que eso fue muy positivo, porque la música cubana es la que siempre me ha dado esa presencia mundial. No ha sido otra.

Varias veces te viste en la necesidad de hacer rectificaciones en las comparaciones que algunos hacían con Benny Moré…

Sí, tuve que hacer algunas rectificaciones, porque lo de Benny Moré era una cosa innata. Hacer comparaciones con una persona que dejó un legado tan hermoso, de calidad, no era bueno, porque nadie lo podrá emular. Y menos yo, que no tengo esa capacidad que tuvo el Benny de grabar en vivo y hacerlo con tanta afinación. Ése es mi estilo, nunca he tenido el interés de imitarlo, simplemente de honrarlo.

¿Por qué crees que Cuba se mantuvo tantos años de espaldas a su propia música?

Nosotros siempre hemos comentado que cuando hay un cambio político en un país, llámese como se llame, los medios de comunicación tienen mucho que ver en ello. Los medios le dan capacidad de difusión a los cambios generados por cada movimiento político. A eso se debió que el son, aunque no desapareció, estuviese oculto por un tiempo. Como dice el dicho, nadie sabe para quién trabaja. Los que trabajaron en aquella época dejaron ese legado hermoso y yo entonces rescaté un poco de él. Al llegar a Cuba, los medios estaban promocionando —más que todo— la nueva trova y otras cosas. El son y el guaguancó estaban en el baúl. Y entonces llegó el negro, con toda su honestidad y sinceridad, y les devolvió su música a los cubanos.

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