www.cubaencuentro.com Lunes, 30 de junio de 2003

 
   
 
Sueños que nunca duermen
La productora Lili Rentería lleva a escena 'The Last of the Red Hot Lovers', del dramaturgo Neil Simon.
por ALEJANDRO RíOS, Miami
 

Fue la joven hermosa de filmes como Los sobrevivientes (Tomás Gutiérrez Alea) y Tiempo de amar (Enrique Pineda Barnet). La lorquiana Mariana Pineda. Una de las ninfas de "Para bailar", aquel singular show de la televisión cubana que jugó con fuego y se quemó. La ubicua Lily en María Antonia (Sergio Giral). O la animadora, a lo MTV, de un programa de música moderna en medio de la grisura televisiva de la Isla.

Lili Renteria
Lili Rentería y su grupo Abanico.

Fue la niña mimada y la actriz. Se escabulló de una Cuba insoportable y reapareció en Venezuela. Luego dejó la fábrica de telenovelas y aterrizó en Miami con la voluntad de reinventarse. De la mano traía a su hija Mariana.

El resto vuelve a ser historia. Ahora Lili Rentería dirige los destinos del grupo de teatro Abanico, y en el impredecible campo empresarial artístico también sienta cátedra. Ya se ha hecho de ese otro sentido que convoca la popularidad con el buen gusto.

Siempre que conversa fragua un plan. Ahora mismo se atrevió con una obra de Neil Simon, The Last of the Red Hot Lovers, traducida al español como El último de los amantes y que ya había tenido puestas anteriores en Miami. Fue así como se volvió a poner el sombrero de productora. Algunos habían perdido la fe en otro éxito consecutivo para Abanico, como el de Strippers del Inferno, su obra anterior. No es la mejor escritura de Simon, arguyen los conocedores de su dramaturgia. Además, tan americano en medio de esta intensidad hispana. Con su "moralina" políticamente correcta.

Pero allá fue Lili y buscó a una talentosa y experimentada directora, la cubana Griselda Noguera; a una polifacética actriz y cantante puertorriqueña, Marisol Calero, quien debía interpretar tres estereotipos de mujeres amatorias, y a un actor mexicano, Memo Saucedo, con el cual ya había probado fortuna en Strippers... El hombre casado y conservador abocado a ensayar el adulterio por primera vez en su matrimonio estable y ciertamente aburrido. En la banda sonora, breves perlas musicales del grupo Habana Abierta, hilvanadas por Jaime Admiral Jr.

Sobre un mullido y sexy sofá rojo punzó acontece este modo de virarle las fichas a Neil Simon, como sólo puede ocurrir en Miami. Calero, protagonista total por sus inagotables recursos histriónicos y gimnásticos, será cuatro mujeres en el transcurso fugaz de la obra, y Saucedo es el interlocutor ideal, manso, comprensivo, tímido. La contienda entre ambos sucede en un lenguaje coloquial de altos quilates, nada neutral, sino más bien comprometido con la riqueza expresiva de tantas "latinoamericas" en una sola ciudad.

Entran en juego palabras, gestualidad sensual, miradas subyugantes, desplantes y soluciones con los cuales Neil Simon no pudo haber soñado. El happy ending está ahí, la moraleja también, pero en el ínterin Lili, la productora, nos recordó la fascinación que despierta la cultura de tantas modalidades del español y con cuánta fertilidad estamos fecundando a la que con nobleza abriga nuestro desarraigo.

Pero los sueños de Lili no se duermen. Ya se anuncia en la cartelera de Abanico El celador del desierto, obra escrita y dirigida por Ernesto García para las actrices Gretel Trujillo y Sandra García, así como una pieza del cubanoamericano Luis Santeiro titulada El huevo del gallo.

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