www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
Parte 3/4
 
Carta a Domingo del Monte (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Y mire que usted hizo por escaquearse, hilando fino para que no le ubicaran y le becaran. Firmó los artículos con una vasta gama de nombretes que no eran domingos, en una multiplicidad de vértigo. Así fue Torilo Sánchez de Almodóvar (sin Oscar, pero con película violenta), Iñigo López de Mendoza, Un suscriptor y Gonzalo Fernández de Oviedo, con un "de" colofónico que mostraba pertenencia. Allí en el París de Francia le echó agua a la leche publicando en Le Globe una cartuja donde intentaba solucionar el problema de la esclavitud de un modo muy fácil, pero que le buscó un leve rechazo de los menos morenos de la Isla. No sé qué clase de pernod habrá ingerido en aquella ciudad, pero aún hoy, en pleno siglo XXI, veo algo descabellada su propuesta de que fueran los blancos quienes trabajaran. No me convence del todo.

En viendo y trajinando su amplio, superfluo, variado, sabroso, animado y espeso currículo, así como después de estudiar con profunda y diabética admiración su época, me sumo al entusiasmo de mi amigo Praxíteles de Bauta, experto en geografías mundiales y decimonónico convencido. Me atrevo por tanto a proponer algunas soluciones para el mal azul que rodea nuestra isla. Redacto y lanzo desde esta eximia tribuna una propuesta, un proyecto abyecto, un manifiesto fiestivo, y me persigno y resigno. Si le cuadra de caballos la suma de estas ideotas que a continuación enumero con el plumero, marque con una cruz seria, o con una celia cruz debajo del testículo.

Como el mundo en general está de "chupa y déjame el cabo", es hora ya de colgarle un cartelito que rece: "Cerrado por Reparaciones", y aprovechar que estamos en obras para arreglar nuestra malhadada ínsula. Por eso propongo que volvamos a implantar el siglo XIX en Cuba —total, si el gobierno ha logrado esa hazaña él solito—. Claro que la implantación del siglo XIX, en su primera mitad —no vayamos a repetir las guerritas—, debiera hacerse con algunos cambios actuales, para aprovechar lo mejorcito del XX y un par de cosas del XXI, de manera que aboliremos todo tipo de esclavitud, y todo tipo de trata, fundamentalmente aquellas tratas que uno sabe que ya vienen envenenadas por gustos personales. Un ejemplo, para limitarle los desplantes a quien gobierne: si el pueblo nota que el tipo Trata de pasarnos gato por liebre, o que quiere rebajarle una liebre al gato, decirle que nananina juanpescao, y ponerlo en plan pijama. Lo mismo si Trata de decidir unilateralmente cualquier situación, o si Trata de hablar más de 45 minutos, que debe ser, en esa profunda renovación, y para que gocemos a pierna suelta ese siglo XIX, el límite permisible para meter tabarra pública.

Otro acápite importante es el problema del despotismo. Hay que controlarlo. Por eso debiera crearse una comisión nacional que determine, título académico mediante, si la persona que ejerza el mando tiene condiciones de ser despótico o no, y fijar algunos días del año para ejercer tal prerrogativa. Pudieran hacerse jornadas despóticas, siempre excluyendo los fines de semana y los días de fiesta. Dejo a la consideración popular si el individuo electo para dirigir nuestros destinos ha de saber bailar casino o ser chistoso. A mí personalmente no me gustan los chistosos que mandan, porque me da un repelús de que se están burlando de mí, pero aprobaré la decisión de la mayoría. Claro que, si la mayoría de este proyecto sigue siendo la mayoría de ahora, que vive en majomía, entonces propongo expulsar a esa mayoría, o educarla o cualquier cosa. Lo que sí debiera cumplir ese señor que asuma la responsabilidad es someterse con una sistematicidad de seis meses, a un completo chequeo ante una comisión de pisicólogos, pisiquiatras y otros terapeutas del cerebelo.

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3. Y mire que usted hizo por...
4. Algo que no admite discusión...
   
 
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