www.cubaencuentro.com Jueves, 24 de junio de 2004

 
  Parte 2/4
 
Medidas de Estados Unidos y Cuba: Razones y sin razones
por MAURICIO DE MIRANDA PARRONDO, Madrid
 

Las recientes medidas adoptadas por Estados Unidos adolecen de vicios de ineficacia, dada la experiencia anterior, al tiempo que contradicen otros aspectos de la política norteamericana hacia Cuba.

En otras oportunidades han existido limitaciones a los viajes de cubanoamericanos a la Isla para visitas familiares y éstas han sido sistemáticamente violadas por éstos utilizando el trampolín que representan México, Panamá, Jamaica y las Bahamas. De igual forma, las limitaciones al envío de divisas a las familias ha sido virtualmente asegurado en gran medida a través del "mano a mano", con lo cual resulta bastante absurdo limitar dichas remesas a determinado grado de consanguinidad.

De hecho, las medidas no tocan el límite de 300 USD trimestrales que se había establecido con anterioridad. Por otra parte, la reducción de la cantidad diaria de dinero efectivo a gastar por parte de los visitantes a Cuba, procedentes de Estados Unidos, sí puede significar una reducción sustancial de los gastos posibles de estos en la Isla, aunque su impacto económico negativo sería mayor para las propias familias de los exiliados que para el país en general, teniendo en cuenta que los visitantes procedentes de Estados Unidos, la mayor parte de los cuales son exiliados cubanos, constituyen, como promedio, un escaso 4,5% del total de turistas que ha recibido la Isla entre 2000 y 2002.

¿Provocaciones?

La decisión de apoyar financieramente a la oposición interna pareciera que pretende ayudar a la Seguridad del Estado de Cuba a incrementar cargos de "servir a potencias extranjeras" a las personas que mantienen una oposición abierta al actual sistema político, y que por ello han sido tildados de "mercenarios" por el gobierno cubano, al amparo de la funesta Ley de Protección de la Independencia Nacional y de la Economía de Cuba. Bajo ese tipo de expedientes varias decenas de opositores fueron juzgados y condenados a desmesuradas e injustas penas de cárcel. Es significativo que los principales líderes de la oposición interna que no se encuentran en la cárcel hayan rechazado la financiación externa y el conjunto mismo de medidas.

Para promover el desarrollo de la "sociedad civil democrática" en Cuba se prevén fondos para un plan de becas que facilite el estudio de jóvenes cubanos en universidades norteamericanas y de América Latina, así como programas específicos con jóvenes, mujeres y personas de raza negra.

Sin embargo, es sabido que ello carece de eficacia si el gobierno cubano no autoriza a sus ciudadanos la salida temporal por estudios, debido al estricto control que aún se mantiene respecto a las salidas al exterior. Y con ello, no se hace más que afectar las gestiones que de forma personal pudieran hacer jóvenes cubanos, al margen de este tipo de programas, en el interés de recibir becas para formación postgraduada en el exterior.

El establecimiento de fondos para las emisiones de Radio y Televisión Martí a través de satélites y repetidores en aeronaves militares es, sin duda, una provocación más que podría llevar a elevar la tirantez militar con Cuba y a respuestas —por parte del gobierno cubano— que podrían significar mayores sacrificios para la ciudadanía, así como el peligro de una confrontación armada.

El endurecimiento de las limitaciones ya practicadas al intercambio cultural y científico entre los dos países constituye, probablemente, una de las medidas más absurdas de este paquete gubernamental ante el hecho evidente de que en cualquier alternativa de cambio político y económico, las fuerzas de la cultura, la educación y la ciencia deben desempeñar un papel fundamental en la estructuración de la sociedad civil.

Si la sociedad norteamericana es un "ejemplo demostrable de democracia, sociedad civil y respeto a los derechos humanos" ¿no sería mejor que los artistas y científicos cubanos tuvieran la posibilidad de conocerla de primera mano para trasmitir sus experiencias a la Isla? ¿Por qué limitar la posibilidad de que los artistas y académicos norteamericanos interactúen con sus similares cubanos, sin asumir que por ello fueran a recibir de estos últimos un "lavado de cerebros"? ¿Es ese el respeto que la administración norteamericana siente por su intelligentsia?

Curiosamente, también el gobierno cubano filtra cuidadosamente la posible cooperación académica, limitando esta, especialmente, a sus probados partidarios, mientras que sus dirigentes académicos niegan sistemáticamente cualquier posibilidad de intercambio entre cubanos residentes fuera y dentro de la Isla, sobre todo en el campo de las ciencias sociales y, de manera especial, la economía.

Finalmente, todo este grupo de medidas del gobierno norteamericano resulta poco coherente con las facilidades que ha dado a sus granjeros, tanto en viajes a Cuba como en la concreción de negocios con el gobierno cubano para vender alimentos y ganado, al punto de convertir a Estados Unidos —un país con el que Cuba no posee relaciones diplomáticas ni comerciales normales— en uno de los principales socios comerciales, especialmente en lo que atañe a las importaciones.

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