www.cubaencuentro.com Jueves, 24 de junio de 2004

 
  Parte 4/4
 
Medidas de Estados Unidos y Cuba: Razones y sin razones
por MAURICIO DE MIRANDA PARRONDO, Madrid
 

Pero, al mismo tiempo, se anuncia que esa prioridad a las exportaciones agrícolas se resolverá mediante la disminución de insumos importados, menores gastos de combustible y mayor uso de animales de trabajo; es decir, con condiciones tecnológicas que han sido superadas hace mucho tiempo por las agriculturas de relativa eficiencia y competitividad en el mundo.

Además, se anuncia un uso racional y óptimo de las tierras liberadas de caña, lo cual también es un deseo, toda vez que no se dice de qué forma podrá asegurarse dicha decisión.

Como colofón, se anuncia que "en caso de que las medidas adoptadas no fueran suficientes para enfrentar los obstáculos, se adoptarán las que sean necesarias, siempre que los requerimientos esenciales de la población sean priorizados". En primer lugar, este anuncio es suficiente para generar angustia e incertidumbre en una población que cada día de su vida siente cada vez más lejana la esperanza de vivir con bienestar y tranquilidad. Pero, por otra parte, ¿cuál es la frontera de esos requerimientos esenciales?

Esto es ciertamente muy difícil de determinar en un país que padece de dificultades en el suministro de energía eléctrica y de agua, en el que prácticamente no existe el transporte público, en el cual el salario que gana su población trabajadora no permite adquirir los bienes de consumo que necesita para vivir, por lo que debe acudir al mercado de divisas con las remesas que recibe del exterior o a los ingresos adicionales que obtiene en actividades económicas privadas —en algunos casos ilegales—, o en otros, con un suplemento en especie o en crédito, otorgado por el propio Estado a un grupo limitado de trabajadores.

Las consecuencias de uno y otro lado

El análisis detallado de estas medidas no permite establecer mecanismos de conexión directa entre ellas y las que anteriormente fueron anunciadas por el gobierno norteamericano, como no sea la necesidad de mantener un permanente estado de "toma y daca" en las relaciones entre ambos países.

Aunque en realidad, las adoptadas por Fidel Castro poco afectan al gobierno norteamericano, de la misma forma que las que anunció George W. Bush no añaden nada significativamente nuevo a sus presiones tradicionales contra el gobierno cubano.

Quien sí se ve afectada por las medidas norteamericanas y por aquellas medidas concretas que pueden extraerse de la Nota Oficial del gobierno de Cuba es la población cubana: la que vive dentro del país o en Estados Unidos.

Los habitantes de la Isla deberán someterse a nuevas penalidades, a una mayor zozobra sobre el diario vivir de los tiempos venideros, sólo con el anuncio esperanzador de su gobierno sobre la obtención de "nuevas y gloriosas victorias"; mientras su nivel y calidad de vida se deterioran y no se tiene claro no ya el futuro, sino el presente de sus hijos. Lo que sí conoce sobradamente el pueblo cubano es su inmensa capacidad de sacrificio.

Todo el pueblo sufrirá la angustia de la separación de sus seres queridos y los que viven en Estados Unidos tendrán más dificultades para ayudar a los suyos de la Isla a superar sus penalidades, además de limitar considerablemente sus posibilidades de visitar la tierra que les vio nacer, derecho que por demás, les negó el gobierno cubano durante la nada despreciable cifra de 18 años, para luego restringirlo considerablemente, mediante el mecanismo de los "permisos de entrada".

Sin duda muchos violarán las medidas, de la misma manera que en Cuba también se violan muchas normas a diario, sin que por ello debamos enorgullecernos los cubanos por lo que esto tiene de nefasto en la conformación de una cultura de respeto a la ley y al derecho. Para aquellos que decidan que no dejarán a sus familias en momentos de penurias económicas y que viajen a la Isla, a toda costa, se elevarán considerablemente sus costos de viaje y de transacciones, afectando tanto su disponibilidad de recursos como aquella que podrán destinar a la ayuda a sus familias.

Bush-Castro: Medidas y contramedidas
La sinfonía de las lamentaciones
ARMANDO AñEL, Warwick
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Vade voto
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
La Habana: Clavados... como Cristo
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ORIOL PUERTAS, La Habana

La Ley Helms-Burton, todas las leyes de embargo anteriores, todas las presiones internacionales que han implementado los sucesivos gobiernos norteamericanos no han sido suficientes para promover el derrocamiento del régimen de Fidel Castro. Sólo han servido de argumento a este gobierno para reprimir a la oposición política e, incluso, para limitar cualquier crítica profunda "desde dentro" a su política económica y social, aduciendo la necesidad de enfrentar la agresión externa de la potencia más poderosa del mundo.

Sin embargo, no todo está dicho aún en Cuba. La verdadera defensa de la independencia nacional pasa necesariamente por su viabilidad como país, expresada en términos económicos, políticos y sociales. Por ello sería necesario adoptar aquellas medidas que, sin ataduras ideológicas (sin que esto signifique que el ascetismo ideológico sea posible en la política o incluso en la política económica), contribuyan al crecimiento económico, al bienestar y la justicia social, de manera que cada ser humano sea soberano de su destino (en convivencia y respeto por el derecho de los demás), sin que éste le venga trazado desde el centro de poder.

Por otra parte, tampoco todo está dicho en Estados Unidos. En noviembre, las cosas podrían cambiar, ante la posibilidad que el pueblo norteamericano tiene de rechazar las acciones de su gobierno eligiendo a otro, no por su política hacia Cuba, sino por los errores que la administración republicana ha cometido, tanto en política interna como externa, así como por la manipulación a la que ha sometido a su propia sociedad. Respecto a la política hacia Cuba, habría que ver si una administración demócrata haría cambios sustanciales o seguiría apelando al expediente de la biología.

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