El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa griega, Bartolomeo I, fue despedido el lunes por Fidel Castro al finalizar una visita de seis días, informó la AFP.

A la despedida también acudieron el canciller cubano Felipe Pérez Roque y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, quienes saludaron efusivamente al Patriarca y dialogaron con autoridades de la Iglesia Ortodoxa que viajaban también de regreso a Estambul, sede ecuménica ortodoxa.

Castro acompañó al religioso hasta el pie de la escalerilla de su avión, donde conversaron por un rato y posaron para fotógrafos y camarógrafos.

El Patriarca realizó en Cuba la primera visita a América Latina de un jefe espiritual de la Iglesia Ortodoxa. Llegó el miércoles pasado a la Isla, invitado por Castro para inaugurar en La Habana una catedral construida y financiada por el Estado cubano en un gesto inusual hacia una denominación religiosa.

En la homilía de consagración del templo, Bartolomeo calificó de "error histórico el bloqueo" de Washington a Cuba y abogó por el diálogo como mecanismo para superar las diferencias ideológicas.

Por otra parte, el Patriarca Ortodoxo no asistió a una recepción organizada por diplomáticos estadounidenses en Cuba, en la que participaron representantes de la disidencia interna y familiares de presos políticos que pretendían entrevistarse con él para pedirle que abogara por la liberación de sus allegados y por una apertura democrática en Cuba.

El portavoz eclesiástico, Benjamin Leavenworth, explicó que Su Toda Santidad no pudo asistir por "problemas de agenda y falta de tiempo".

La recepción se realizó en la residencia del jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, James Cason. El disidente Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación, entregó al arzobispo Demetrius, líder de la Iglesia Ortodoxa de Estados Unidos, una carta dirigida a Bartolomeo, en la que denuncia la situación de los opositores cubanos encarcelados.

Durante su estadía en la Isla, el Patriarca mantuvo dos encuentros privados con Castro sin que trascendiera el contenido de esas conversaciones.

Bartolomeo entregó al gobernante cubano la Cruz de San Andrés, máxima distinción que concede la Iglesia Ortodoxa a quienes ayudan a predicar su evangelio en el mundo, explicaron los portavoces eclesiásticos.