Once cubanos, interceptados el martes a bordo de un automóvil Buick del año 1959 convertido en balsa, serían devueltos a la Isla. Su original embarcación ya habría sido hundida, comentaron en Miami líderes del exilio.

La Guardia Costera se negó a hacer declaraciones sobre la suerte de los cubanos —seis adultos y cinco niños—, quienes, siguiendo los procedimientos tradicionales de esa agencia, estarían a bordo de un escampavías para ser sometidos a un proceso de entrevistas con vistas a posibles casos de asilo político.

Cuatro —entre ellos un menor— estuvieron involucrados en una aventura similar el año pasado con un Chevy del año 1951, y fueron repatriados a la Isla.

Marcial Basanta López, Luis Grass Rodríguez, de 35 años, la esposa de este, Isora Hernández, de 25, y el hijo de ambos, Luis Ángel, de cuatro, formaban parte de un grupo de 12 interceptado por la Guardia Costera en julio. El Chevy fue hundido con ráfagas de ametralladoras, pero la foto de la original embarcación dio la vuelta al mundo como una muestra del ingenio cubano, generando una ola de simpatía hacia los pasajeros, bautizados por la prensa como "los camionautas".

Meses después, en parte gracias a gestiones de los congresistas cubanoamericanos, cuatro de los "camionautas" obtuvieron una visa estadounidense. La solicitud de Basanta fue rechazada y Grass tenía una entrevista el 7 de abril en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

Poco después de que comenzara a circular la foto del Buick verde con la parte delantera convertida en una especie de proa, dos hombres en el techo y el resto apilados dentro, se iniciaron las gestiones de diferentes líderes del exilio para intentar lograr la liberación del grupo.

La congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lethinen dijo que le había escrito al presidente George W. Bush, al secretario de Defensa Donald Rumsfeld y al comandante de la Guardia Costera para solicitar la permanencia de los cubanos y que la embarcación fuera trasladada a las costas estadounidenses "para ilustrar la ingeniosidad del pueblo cubano en aras de escapar del dictatorial y cobarde régimen de Fidel Castro".

Pero quizás ya era demasiado tarde. Joe García, director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano-Americana, dijo que la organización había apelado al Departamento de Estado para que permitiera la permanencia de los cubanos. También dijo que tenía información de que el Buick había sido hundido al igual que el Chevy.

Arturo Cobo, un activista de Cayo Hueso cuyo centro de refugiados ayudó a miles de personas en la década de los noventa, también dijo que, según sus fuentes, la embarcación había salido de Guanabo, en La Habana, había sido interceptada a ocho millas de Cayo Maratón y hundida allí, y que los cubanos serían devueltos a la Isla.

El caso de los nuevos "carronautas", residentes de San Miguel del Padrón, Ciudad de La Habana, ocupó las primeras planas noticiosas el martes y miércoles en Miami. La anciana madre de Luis Grass, quien se encuentra de visita en Estados Unidos, fue a la televisión local para pedirle a las autoridades que permitan que el joven se quede en este país.

Exiliados cubanos llamaron a programas de radio y televisión para cuestionar la legalidad del hundimiento de la embarcación. El año pasado, la Guardia Costera justificó esa acción diciendo que el Chevy-barco era un "peligro para la navegación".

Kiriat López, prima de Basanta, dijo a la prensa: "La seguridad cubana registró sus casas y le quitaron la licencia de conducción a Marciel. Son hombres desesperados".